En éstos días, ¡Qué orgullo para España es ganar la Eurocopa! Por doquier ondean las banderas patrias, simbolito monárquico interior incluído. Coches, camiones, balcones, las exhiben con orgullo. Incluso en mi maltratada Madrid del alma, se utilizan las "instalaciones públicas" de La Cibeles para un macro "no sé qué" a base de ruido y bravuconada. La verdad es que es para estar orgullosos. ¡Menudo equipo tenemos!
"¡Pan y Circo para el Pueblo!" , sentenciaban los caudillos romanos, agraciados por la estupidez de una plebe que ahogaba sus penas y estrecheces, con la sangre y el espectáculo de masas.
Hoy día podemos congratularnos de ser los mismos de hace dos mil años. Bueno, mejores aún, porque en el pueblo español de hoy, ablandado por el reflejo aún cercano de un "estado de bienestar" de antaño, no existe peligro de rebeldía ante la injusticia social. Se podría decir grosso modo, que el españolito medio actual está bien capadito y no presenta peligro ante los magnates que dominan desde arriba.
¿Por qué a veces me averguenzo de ser español? Cuando me viene ése penoso sentimiento, pienso: "¿Qué culpa tiene España de tener una masa ingente de desaforados besugos sin agallas, que esconden sus frustraciones en las victorias del Fútbol? También España es otro tipo de gente: gente que luchamos, que protestamos, que construímos en la medida que cada uno puede, poco a poco la conciencia y el cuerpo del país, mediante la Educación, la Sanidad, la Inteligencia y el Buen Hacer de muchos obreros e intelectuales, que no presumimos de ello. Lo malo es que o somos pocos, o estamos mal organizados.
La masa cerril de españolitos, se alegra de los triunfos de los "coceapelotas" de élite, que por cada patada bien dada en forma de gol, cobran un extra multimillonario. ¿Por qué en época de crisis el Gobierno permite que unos futbolistas cobren cantidades mareantes de dinero, mientras hay familias enteras en el paro, sin posibilidad de solución ni a corto, ni a medio plazo? Quizá porque al Gobierno le interesa que el español medio, el zafio, el carente de agallas para rebelarse, se entretenga y "no moleste".
Odio el ruido de los cobardes, el grito del que chilla para huir de sí mismo, el petardo que explota cada "gallina" que así elude su deber de ciudadano de rebelarse ante la sinvergonzonería de los que mandan, que a su vez están a las órdenes de quien manda más y todos bajo el poder de don Dinero.
Si un hombre no es valiente ( y también, por supuesto me refiero a la mujer) para luchar por lo suyo, no es nada.
Mucha banderita por un puto partido de fútbol, cuya victoria es producto de la suerte, mucho ruido, mucha valentonada a base de petardos y chulería barata, que se esfuma a la hora de ser lo suficiente hombre o mujer para salir a la calle a exigir a quienes nos roban los derechos. ¡Qué poquitos somos los indignados, porque para éso hay que tener agallas y renunciar a la comodidad del sofá y de las cervecitas viendo el partido de turno en la tele!
Un país se levanta a base de la mezcla de los sudores conjuntos de los ciudadanos, a base de agallas.
¿Por qué la gente normal tuvimos que soportar el hortera y asqueroso ruído de toda la mierda que se instaló en La Cibeles para celebrar las tornabodas de un partido que a nadie de a pie nos resuelve nada?
A ESPAÑA LE ASORDA EL RUIDO DE SU PROPIA COBARDÍA.
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