martes, 12 de diciembre de 2017

CIGÜEÑAS


 

 

  Acaban de pasar unos bandos de cigüeñas rumbo al sur, hacia Andalucía limpia, clara, con ese potente sol que llena de vida a cualquiera.

  Descansarán unas semanas en Doñana, alimentándose de los insectos y animalillos que salen de entre las cañas lacustres y los tarays de las praderas circundantes.

 Podrán lucir su alegre serenidad, tranquilas, camino del África oriental, donde permanecerán bajo el cálido sol, que en ésta época desde el Este parece más cercano.

  Rescatadas de nuestro áspero Invierno, permanecerán felices por el cambio, los nuevos horizontes, los nuevos encuentros… …de cada año que pasa. 

  Entre Febrero y Marzo, ya próxima la nueva temporada, volverán renovadas de ilusión, a ocupar las extensas parameras castellanas y extremeñas.

                                                       

  Mientras, los Magos de Oriente, seguirán el camino inverso, hacia éstas tierras nuestras, ahora desabrigadas y grises, tomándose con calma un largo viaje, atravesando desde el Este todas las hermosas tierras que han sido madre de nuestra cultura mediterránea.

  A los Reyes Magos, los únicos reyes reales, no les gusta el Norte. Por allí viaja un pequeño duendecillo gordinflón con barba blanca, que no hace más que reir como un tonto y dar regalos a diestro y siniestro. Bueno, eso dicen, porque nadie lo sabe a ciencia cierta.

  Nuestros Magos, desde Oriente, vienen atravesando maravillosas tierras, donde habitan gentes variopintas de diferentes culturas, gentes que gustan de la tranquilidad, de hablar entre sí, de disfrutar el momento, el rayo de sol, el atardecer, el mar, las gaviotas. Gente que en general nosotros no podemos entender, por diversas razones, entre ellas porque nos creemos lo que de ellos nos dicen los medios de comunicación manipulados, porque la mayoría de los europeos no ha  estado por aquéllas tierras de donde vienen nuestros Reyes Magos.

                                           


  Mientras la espera de nuestros Magos se hace cada vez más corta, las cigüeñas van llegando a aquéllas doradas tierras.

  Algunas parecen salir hastiadas del tedio político global de Europa. No quieren saber nada de tanta chusma. Sólo entienden de viajes, de aventuras, de paisajes, de unión fraternal, de diálogo, de cielos limpios, de horizontes…

  Aventureras parciales, viven al límite de su serena alegría. Son sabias porque saben dónde está la Verdad y la disfrutan aprovechando cualquier cosa que les ofrece la Vida.
                                                                       
  
  Hay un momento que en su viaje, se cruzan los Reyes y las cigüeñas, un momento mágico, en el que éstos, con una cómplice sonrisa, saludan a nuestras repatriadas desde abajo.

  Los Reyes, con una serenidad elegante, que les hace crecer lentamente sus hermosas barbas, cruzan señoriales vegas, caminos y desiertos. Disfrutan el camino, atraviesan pueblos y ciudades, pero son esquivos a nuestra vista. Al final, llegan a su destino. Y su mayor regalo, es la Alegría, un regalo para el que hay muchos ciegos y sólo unos cuantos sabemos agradecer.

  La alegría que producen esos días crecientes y las noches menguantes en nuestras tierras. ¡Maravilloso regalo del que algunos no se dan cuenta!

                                                


  Enero es el punto de partida hacia la luz y la vida. Camina lento pero seguro de sí. Y al poco de empezar su marcha, los almendros de  Febrero y Marzo empiezan a sonreir, tiñiéndose de blanco y violeta. Las cigüeñas conocen a los almendros vestidos de novia, cuando vuelven a instalarse en nuestras campiñas y los conocen de esperanza, cuando el sol comienza a calentarnos poco a poco.

  Hay un grupo de cigüeñas que se han vuelto perezosas. Se han fijado en nuestra forma de vivir burguesa y se han contagiado. Ya no salen a hacer el viaje aventurero de sus colegas. Prefieren quedarse en las pequeñas poblaciones donde haya cerca un basurero, o alguna fuente de desperdicios que les sirva de sustento. Son como nuestra sociedad: viven entre el bullicio, la pobredumbre y la comodidad, lo que las hace pusilánimes y dóciles. Ya no temen al frío, porque los humanos estamos haciendo que los inviernos cada vez sean más cortos. Y prefieren que se les de todo hecho, en vez de ir ellas a buscarlo. Ya hay muchas cigüeñas humanizadas.

                                                    


  Sin embargo las que viajan como antaño, siguen siendo felices. No hay más que verlas, porque contagian su alegría. ¡Qué poquita gente aprende de unos animales tan aventureros y a su vez serenos! ¡Qué pena!

 Yo creo entenderlas a veces, cuando las oigo mientras vuelan en grupo cuando nos abandonan en Otoño:

  -¡Pobres gentes los humanos de Occidente! Desconocen lo que hay detrás de sus vidas rutinarias. Los acontecimientos que se pierden por no vivirlos vuelan también con nosotras hacia otros mundos. Están demasiado ocupados en su eterna avaricia que no les deja ver la Vida misma tal y como es. De momento, sólo contamos con lo que tenemos, con lo que escuchamos, con lo que sentimos. Nosotras volamos lejos  aun sabiendo los riesgos de nuestra aventura. Ellos, se pierden entre la nada, desaprovechando el día para ver el mundo con otros ojos. Son siempre pobres, porque siempre necesitan más. Necesitan más porque no saben parar a disfrutar de lo que ya tienen. Cuando consiguen algo, su codicia ya está camino de otro objeto de deseo. Nosotras simplemente disfrutamos el viaje de nuestras vidas. ¡Pobres pequeños!

                                                         
   
 


  Intento imitar a las cigüeñas. Si alguna vez crees perder todo, como a mí me ha sucedido en alguna ocasión que ya he olvidado, párate, se valiente y piensa en ellas. Tienen todo  y disfrutan de ese todo: la alegría de volar sobre la vida. No necesitan nada más. Vadean tanto bonanzas como temporales y ahí están.

 Son sabias las cigüeñas, ¿No te parece?