martes, 20 de marzo de 2018

RITA, HISTORIA DE UNA LUCHADORA ANÓNIMA.


 
                                                                          
 

    Con las primeras flores de los almendros, han venido tímidos, entre lluvias intermitentes y dispersos claros de sol, los primeros ruiseñores.

    No se atreven a cantar, están de duelo, han bajado del cielo a llamarte dulcemente, sin prisas.

    Es un día triste de marzo, atardece lentamente mientras duermes entre plácida y agitada, aguardando lo que ya esperas, con la resistencia humana a caminar por lo desconocido.

    A tu alrededor, tu gente más querida.

    Todo recuerdo triste tiene también su luz. Y tú ya estás en ella. Al principio del nuevo camino alguien muy querido te esperaba lleno de gozo. Entre una luz cegadora, destaca la figura alta y esbelta de un hombre que te tiende la mano con calma y un inmenso deseo de llevarte con el hacia allí…. A aquél lugar mágico que nosotros pobres gentes de éste mundo desconocemos.

      Cuando el destino te maltrató quitándote a  Lorenzo en la mejor edad, privándote del amor y dejándote casi desamparada, teñida de luto hasta el corazón, empezaste un trabajo duro que ocupaba casi toda la jornada, con los lamentos ahogados en sudor. Había dos razones para ello: una pequeña traviesa y un mozalbete niño aún, te necesitaban. Ya anteriormente habías perdido a tu primera nena.

     Cuando escucho a las feministas de ahora reivindicando sus derechos, se me escapa una sonrisa. ¿Sabrán muchas lo que es ser una mujer luchadora?

                                                                  
  

     El coraje de una madre es el poder más robusto de la Naturaleza.

    Pero también la Vida te ha colmado de regalos: ver crecer a tus hijos, a tus nietos, disfrutar de tus bisnietos.

    Has podido viajar, conocer otros lugares lejanos, has tenido una vida amable desde que descansaste de tanto trabajar, rodeada de cariño y has vivido con una salud más que aceptable tanto tiempo, que para nosotros sería un sueño llegar a la meta como tú lo has hecho.

    Desde el humilde rincón de mis sentimientos, Rita yo te quiero dar las gracias por haberte conocido. He aprendido un poco más sobre palabras como coraje, dignidad y paciencia.

    Te has ido, porque tu misión entre nosotros ha terminado, pero sé que desde alguna estrella no dejarás de mirar de vez en cuando hacia los tuyos, para comprobar que aquí todo permanece.

    ¡Qué poquita gente de la de antes queda ya! Espero que algo de su humanidad nos hayan transmitido, porque si no el Mundo no sé dónde irá a parar…

 

      He bebido en las lágrimas de mi mujer el desconsuelo de tu pérdida, pero sabemos que te has ido a otro lugar grande, donde ahora descansas en la inmensidad del Universo con tu amor de antaño, cumplida ya tu misión de madre luchadora en éste Mundo de ahora nuestro.

    ¡Bendita seas, señora Rita!



                                                                        

2 comentarios:

  1. Es una entrada preciosa, hecha con mucho amor y mucho cariño, como el que le diste a ella estos 6 años.

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  2. Es imposible no sentir cariño por ella. Un cariño muy especial.

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