martes, 16 de julio de 2019

UN PASEO HISTÓRICO Y LITERARIO HACIA EL DUERO. JORNADA TERCERA.


               Querida persona que me lees, te aconsejo que pinches aquí debajo para escuchar la música  que ambienta ésta entrada:

                                                       Vídeo subido de YouTube por gentileza de sh4m69

                          Amanece en el castillo de Gormaz, donde hemos pasado la noche junto a la muralla, bajo la luna y las estrellas. Noche plácida y corta, cargada de emociones y de pensamientos mágicos y reales. Dormiría aquí otras cien noches más y regresaría más recargado que en un monasterio.

                                                
Primera claridad del alba.


                  Ya he recogido casi todo cuando el sol se asoma entre tímido y discreto por el ala Este de la muralla. Me da pena dejar el castillo, pero aún tengo bastante camino por recorrer.


                     Como siempre, Babieca enciende a la primera su robusto corazón metálico, con un sonido suave y decidido, con el que parece que me dice: -¡Vamos! 
                     Es una moto de casi treinta años con un vigoroso motor japonés, de cuando las cosas se hacían para siempre. Me ha llevado por casi toda España, cargada como una mula y sin quejarse jamás.


              ¡Adiós, fortaleza de Gormaz, no ha sido la primera ni será la última vez que vuelva junto a ti!


                Berlanga de Duero es un pueblo con historia, Se han descubierto restos de la época ibérica. 


                    En la época musulmana estaba bajo la jurisdicción de Medinaceli. Su actual castillo bajomedieval del siglo XV está construido sobre la base de una alcazaba de la época musulmana, entre los siglos X y XII.

Colegiata de Berlanga de Duero

                      Tiene una magnífica colegiata gótica y un gran palacio, que fue mandado construir por el Ducado de Frías, unos caciques de bastante influencia en la época.

Palacio ducal de Berlanga de Duero.

             También es Berlanga cuna del dominico del siglo XVI  Fray Tomás, que descubrió en misión religiosa las Islas Galápagos y llegó a ser obispo de Panamá. Debió de ser un aventurero sin tregua, que más tarde, cansado y enfermo vino a reposar a su terruño para no salir más.
                 Pero lo que a mí me importa de Berlanga es que fue uno de los puestos relevantes que formaban la línea defensiva en la frontera cristiano musulmana de la línea del río Duero, junto con los dominios de Gormaz, Osma, San Esteban y, algo más al sur Atienza.


                            Hace ya tiempo que tenía ganas de llegar hasta el diminuto Andaluz, que está casi pegado a Berlanga. Dos motivos hay:

                         El primero es que forma parte de una gran ruta de senderos junto al Duero, que se puede recorrer en etapas y es bastante armonioso caminar junto al mismo río, bajo sus alamedas, escuchando el canto de los pájaros y recibiendo la brisa fresca en la cara. Además va pasando por las poblaciones que históricamente se han formado en torno al Duero.

Sendero junto al río Duero a la vera de Andaluz.


Señalización de la ruta senderista junto al río Duero.

En la ruta hay mapas bastante explicativos.


                              El segundo motivo de mi  deseada visita a éste pequeño pueblo, es el principal: quiero ver, tocar, oler, disfrutar para mí sólo la románica joya de San Miguel de Andaluz, con su maravilloso pórtico ornamentado.

Llegada a San Miguel de Andaluz. Todo para mí.



                      Una preciosidad de iglesia, a pesar de lo que desentona el edificio de factura posterior anexo en la parte opuesta a la galería anexa a la torre.

¿Tendría ábside San Miguel?  Al exterior de la galería porticada se asoman desde lo alto unos cuantos canecillos con ganas de contarte historias.


    Detalle de un canecillo. Parece una flor de cinco pétalos, posiblemente una representación del ciclo de la vida heredada del pentágono celta.


        Detalle de un capitel. Un hombre coge la pata a un burrito. ¿Le estará herrando?
                                     En los capiteles románicos es común ver alternados motivos vegetales, religiosos, mitológicos y  mundanos. Había una concepción del mundo en la que se mezclaba lo real con lo mágico.

                       Me apetece meterme en la galería porticada para mirar, pensar sentir...….me dejo llevar por su encanto mágico.



                                 Voy camino de Almazán, recorriendo una gigantesca vega junto al río Duero, por una aburrida carretera recta, imaginando la riqueza agrícola que supusieron éstas tierras para la morisma de Almazán. Tuvo que haber duras disputas, cobros de sustanciosas alcabalas y no pocos pleitos por el dominio económico de la comarca. Siempre la riqueza, el poder, el dinero.....
…… Y ríos de sangre derramada ¡Que pena que el ser humano haya tenido siempre esa enferma ambición de riqueza y poder!
       Vamos recorriendo la insulsa recta y  pocos kilómetros antes de llegar a Almazán, me desvío a la derecha por una carreterita estrecha y curvilínea que nos sube hasta el pueblo de Velamazán, a ver los restos de su fortaleza.


                       Una mujer que está arreglando sus plantas me saluda amable con la mano. Cuando llego a la parte alta, junto a las ruinas, un hombre de pelo blanco se acerca afable. Marcelo me cuenta que 
-No es un castillo, es una ermita muy antigua.
                        Yo sé que de mucho más antiguo aún, el edificio fue una fortaleza militar que vigilaba todo el panorama. Aún sigue en pie lo que debió ser la torre del homenaje, transformada en torre de templo cristiano.

Fortaleza-Iglesia y cementerio de San Sebastián, de Velamazán, que domina y protege el pueblo desde lo más alto.


                     Marcelo es un hombre muy amable que me da muchas explicaciones históricas del pueblo. Ha hecho con los vecinos una asociación para tirar de las orejas al Ayuntamiento y que se moje arreglando lo que se va hundiendo.

-Abajo está el palacio de la familia de los González de Castejón, marqueses que vienen de la zona de La Rioja.

                   Le escucho con respeto agradecido a su amabilidad, pero no me interesa mucho. 
                  Marcelo me comenta que han partido entre varios el edificio y han hecho una casa rural. Ojalá vaya gente, porque la gente da vida a éstos pueblos que se van extinguiendo.

                   Me cuenta también Marcelo que ahora que está jubilado ha venido al pueblo a quedarse. Está restaurando la casa de su abuela, junto al castillo, porque le trae buenos recuerdos de la infancia y no quiere que se hunda.
              Me despido pensando que éste país necesita más Marcelos.

Arco de entrada de la muralla de Almazán

                     El arco que llaman califal de la ciudad de Almazán, está situado bajo una atalaya vigía. Me gusta Almazán, es una mezcla de culturas y épocas históricas. Aparece dominando el Duero encima de un amplio cerro y rodeada de murallas, como todas las ciudades medievales. Pero viniendo de éstos pueblos recoletos y apartados, Almazán se me hace cosmopolita y bulliciosa, aunque no lo es.

Junto a la entrada torreada, la muralla árabe de Almazán.


                        Es una villa grande, la mayor por la que he pasado éstos días, con una espaciosa plaza y cierto bullicio por sus calles. La gente que no he visto éstos días, parece amontonarse aquí.
                    Arrebatada por los árabes a Alfonso VI, fue repoblada un siglo después, en el XII por El Batallador, el terco aragonés.
Sancho III creó aquí la Orden militar de Calatrava, con la idea de extenderla hacia el sur de Castilla según iba avanzando la reconquista de  Al Ándalus, conectando con el castillo de Calatrava, ya cerca de Sierra Morena.
                  En época más moderna, se remozaron bien las orillas del Duero para evitar las crecidas en época de lluvias. Hay un paseo muy bonito por el río que va lamiendo la base del cerro donde reposa la villa.

Paseo bajo las murallas de Almazán, junto al río Duero.


            Almazán me deja un sabor agridulce. Hay en la villa una mezcla de épocas como si fuese un caleidoscopio del tiempo. 
También puede que ese sabor agridulce me venga de saber que voy llegando a mi destino histórico. El mismo que tuvo Almanzor cuando en la canícula de 1002 lo llevaba a sepultar a lomos de una mula su querido hijo Al Malik, al pie de la fortaleza donde acaba mi viaje.

Arco "califal" de la muralla de Medinaceli.

                    En lo alto de un enorme cerro en forma de meseta, se asoma Medinaceli,  discreto hacia el valle del Arbujuelo. "Arbuxuelo", que cita el trovador del Poema del Cid, dando a entender que es nacido en éste valle.
                   Esta vetusta villa fue importante núcleo fronterizo entre cristianos y musulmanes. Más tarde, el mañico Alfonso El Batallador la reconquistó para Aragón junto a las cercanas  tierras del Jalón y de Molina y tiempo después pasó a la Corona de Castilla.

Plaza mayor de Medinaceli, de estilo renacentista, con los soportales típicos de las plazas castellanas.
A la izquierda el palacio ducal de la Casa de Medinaceli, del siglo XVII, austero, sobrio, triste.


            Me llama la atención el escudo de Medinaceli: Un guerrero a caballo con la lanza enfilando al sol, que me hace pensar si no sería éste símbolo una reminiscencia de cuando la villa era la celtíbera Occilis y sus pobladores los belos usaban una moneda en la que aparecía un jinete con lanza.... Quizá pienso demasiado. Me gusta fantasear sobre esos mundos perdidos y olvidados, a lo mejor porque nuestro presente es a veces más prosaico.

Perspectiva opuesta de ésta maravillosa plaza.


                 Siempre que vengo por Medinaceli, aparte de pasear por sus enigmáticas calles de piedra, me llevo una parte de sus grandes tesoros: el agua exquisita de la Fuente de la Canal, que mana sin parar a través de las canalizaciones que hicieron los romanos cuando expulsaron a los pobres celtíberos de aquí. Poca gente que visita Medinaceli sabe que esa fuente que está en la carretera que sube desde el pueblo de abajo, ya casi llegando a la vieja villa, es una fuente milenaria con un agua de la más fina de toda Iberia. 

    Arco Romano de Medinaceli, del siglo II, que controlaba la entrada peatonal y de caballerías a la villa. Es único en su estilo por tener tres arcos, uno principal y dos anexos a sus respectivos lados.

               Llegado al arco romano, decido pasar por debajo, como símbolo de despedida de la villa. Aquí quedan sus tortuosas calles medievales solitarias, visitadas sólo por los turistas de fin de semana, sus murallas romana y árabe, su antigua alcazaba, su mágica quietud, su silencio, su enigmático olor a Edad Media...

              Ya tengo que regresar. Por delante cientos de kilómetros me aguardan, atravesando Castilla hacia el sur. Pasaré por el antiguo Reino de Toledo, atravesaré de refilón parte del Campo de Calatrava y llegaré a mi destino, las tierras de los Olcades.

             Éste pequeño viaje me ha servido para confirmar lo que uno siempre sabe, pero a veces se olvida de sentirlo.

             A mitad de camino, bajando por el centro de la "piel de toro" que es nuestra querida Iberia, mientras pienso en todo lo que Babieca y yo hemos visitado, no sé por qué me viene a la mente éste verso de Machado:

"Late corazón, no todo lo ha tragado la tierra".







lunes, 15 de julio de 2019

UN PASEO HISTÓRICO Y LITERARIO HACIA EL DUERO. JORNADA SEGUNDA.


                                                   Subido de YouTube  por gentileza de Total Baroque

      Te aconsejo que pinches aquí para escuchar de fondo mientras lees esta entrada.

    
              Con los primeros gorjeos de los pájaros más madrugadores y la primera luz matinal justo antes de salir el sol, me despierto. Hace algo de frío y me pongo la cazadora tiritando levemente.

             Doy un último paseo por el pueblo y me acerco al cementerio que está a unos cien metros enfrente de mí en una colina invadida de vegetación salvaje. Es chiquito como una pequeña habitación sin techo y sólo quedan dos lápidas de cemento y algunos huecos semienterrados en el suelo. Seguramente los familiares de los últimos finados se los fueron llevando a otro cementerio para no dejarlos en el olvido. Digamos que Marta y Anselmo son los únicos restos, o al menos sus losas de cemento. Seguramente eran un matrimonio. Él, muerto a los 49; ella a los 55; los dos en la década de los cincuenta del siglo pasado. ¡Descansad en paz!

              Gracias al inestimable blog de Faustino Calderón: "Pueblos Deshabitados", en el que aparecen multitud de poblaciones de casi todas partes de nuestro país, he dado con el pueblo comparando datos geográficos y fotos. Al parecer quedó deshabitado a mediados de los años setenta, por falta de agua y de luz eléctrica. El agua había que traerla en mulas desde una fuente del cerro próximo distante media hora por caminos malos. Poco futuro había para el pueblo de Matas.




              Camino de la ciudad arévaca y después tardorromana de Tiermes, paso por la antigua ciudad de Atienza con su fortaleza militar de origen musulmán oteando desafiante el panorama. Atienza, la de las "cien" iglesias, reconquistada duramente y con una serie de muestras que van del románico al renacimiento que el viajero no puede dejar de visitar, es la puerta de entrada hacia los dominios del alto Duero.




             Pasada Atienza, subimos por una carretera con un entorno precioso que nos lleva al Alto de la Carrascosa....




                  Y siguiendo y siguiendo llegamos por fin a Tiermes. Es temprano y cerca del centro de interpretación hay un hotel en el que pido un café y paso al baño a asearme lo que puedo. A las 10 abren el museo y estoy ahí clavado. Me abren la puerta un hombre de mi quinta o algo mayor y un chaval joven, los dos encantadores. Empezamos a hablar de Historia, del paso cíclico del tiempo en la sociedad, de filosofía y de más cosas. Cándido tiene barba y un aspecto entre intelectual y un poco hippye  y Rubén parece más formal que nosotros dos que hablamos fuerte y reímos mucho. 

     Con Cándido y Rubén, guías y protectores de Tiermes.

            Cándido es filósofo, nació por los picos de Urbión, estudió en la Complutense y, por azares de la vida vino a parar a trabajar aquí al museo. Es apasionado en lo que habla y está muy convencido de lo que piensa. Me gusta la gente como él, valiente, que no teme hacer conjeturas, por que está de vuelta ya de todo.

              Rubén parece más tímido. Me habla de Vd en señal de respeto por ser mayor que él. Es sensible y amable. Se ofrece a acompañarme dando un paseo hasta el yacimiento que está a unos 800 metros bajo el tórrido sol de julio. Durante el paseo me va explicando cosas interesantes del yacimiento. Me confiesa con humildad que Cándido sabe más que él de todo esto. Rubén es de Soria y va y viene a diario por éstas carreteras de Dios. No se cansa de los viajes, se nota que es joven. Yo le hablo con pasión de Soria que para mí ha sido siempre una ciudad muy querida y me la conozco bien. Me siento soriano hablando con él.


        Cuando entro al museo, veo varios paneles explicativos y vitrinas con parte del material encontrado en las excavaciones  (menaje, armas, joyas).


                                             Detalles del material encontrado en las excavaciones.


     Entre las armas tipo puñal o espada corta, los iberos usaban la falcata, un arma terrible para los romanos que tenía    
     forma arqueada y unos huecos redondos en el filo que podían arrancar un miembro de cuajo causando unos terribles
     sufrimientos a sus víctimas.

              Después disfruto un interesante documental narrado en primera persona por un supuesto habitante de Tiermes a través del tiempo. Y por último, lo más interesante, la visita al yacimiento, que es enorme y tiene restos de los pobladores arévacos y principalmente romanos.



           La ciudad arévaca (pobladores iberos de ésta comarca soriana) de Tiermes, fue saqueada y conquistada por Tito Didio, procónsul de la Hispania Citerior, en el siglo I a.d.C. Creó moneda propia para  la ciudad de Termes.




      Situación de Tiermes en el mapa.

                 

     Razas anterromanas

              Ésta ciudad poseía riquezas minerales, abundante agua y buenas tierras de cultivo y estaba emplazada en una situación muy ventajosa en plena Hispania Citerior por lo que llegó a ser muy próspera. Poseía un enorme acueducto del que quedan en pie unos 140 metros.


                                                   Restos del acueducto.


              Tenía un teatro o anfiteatro del que quedan las gradas excavadas en plena roca arenisca y un foso adosado que está hundido en su interior.

  

    
      Gradas con el río al lado

            Sentado en las gradas profusamente talladas y algo desgastadas con el paso de los siglos, siento una emoción difícil de explicar.



   
           Además tenía varios barrios, unos pobres, con bloques de viviendas y también tenía lujosas villas romanas con jardín. 
          De la época arévaca quedan cuevas y huecos adosados a las paredes de arenisca, donde se apoyaban las cubiertas del techo a modo de tejados.

          Viviendas arévacas en Tiermes




            También he visto alguna cueva que ha debido de usarse como eremitorio en la época visigoda, a juzgar por el enorme parecido con los eremitorios rupestres que he visto en el norte de Palencia y de Burgos:


     ¿Pudo ser un eremitorio rupestre? Sí lo parece.



       Barrio de Tiermes.

         
                Pasado el tiempo y llegados a la época que nos ocupa de las disputas entre moros y cristianos de los siglos XI al XIII, quedo impresionado por la maravillosa iglesia románica de Santa María de Tiermes. Solitaria, presidiendo el conjunto arcaico de pedruscos rojos de otras épocas milenarias, Santa María parece reposar dulce y animosa bajo el intenso sol de Julio.



Sta María de Tiermes, desde la espadaña.

Músico tocando el rabel. Detalle de un canecillo de Santa María



Impresionante ábside de Santa María de Tiermes.



Tumba medieval tallada en piedra junto a Santa María.

             Va pasando la mañana y se acerca la hora de comer. Por éstos pueblos perdidos, encontrar un sitio donde te den de comer es casi una aventura. Así que me despido de mis nuevos amigos como si nos conociésemos de siempre y sigo rumbo a Caracena, porque quiero disfrutar de su soledad, de su recoleta iglesia románica de San Pedro y de su castillo de origen musulmán. De camino intentaré arreglar el tema gastronómico.
            Yendo a Caracena paso por el pequeño pueblecito de Pedro, después de subir un puerto por una angosta y apartada carretera. Tiene una ermita que no se sabe si es visigoda del siglo VII o ya del primer románico, porque ha tenido muchos cambios. Pero es solemne y hermosa.
Lateral porticado de la supuesta iglesia visigoda de Pedro

               Varios Pedro hubo partícipes de la Historia de ésta zona hoy medio deshabitada: Un tal señorío de Pedro Ruiz de Villegas, caballero de la Orden de La Banda y Adelantado Mayor de Castilla y señor de Castillo Pedroso,  también don Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, que sometió la comarca de Caracena y, el rey don Pedro I de Castilla,  los tres a mediados del siglo XIV. 

Puerta ¿¿¿visigoda??? de la iglesia de Pedro. Un arco simple de medio punto con una imitación en la base al de herradura.


           -¿La iglesia?- Me pregunta Manuel como acostumbrado a que todo el mundo llegue hasta aquí para verla. El hombre se levanta de la pequeña terraza del bar donde conversaba animado con otro colega y viene a la par de Babieca. Me señala una sombra junto a la pared, por la calle que debo seguir.

       -Es un recorrido muy chulo, entras por aquí, ves la ermita y  luego haces una U para subir por el lado del río junto a la cascada. Te va a gustar.

         Se lo agradezco, pero sin darle importancia me invita a tomar una cerveza.
 -Es que tengo que buscar donde comer, en otra ocasión.

         Entonces amablemente me indica un restaurante en el cercano Montejo de Tiermes: La Venta.

          ¿Cómo podría llamar yo a alguien que cuando voy a comer me  dice que está ella sola y no me puede atender? Miro extrañado y veo sólo dos hombres comiendo en sendas mesas y le digo que voy solo.

- Lo siento

                                           -Gracias- (y mientras vuelvo a salir, me callo lo que pienso, por educación). 

          En ésta zona casi deshabitada de Soria no tienes muchos  sitios donde comer y los pueblos son chicos y alejados entre sí.  Eran las dos y cuarto y Retortillo no estaba muy cerca. Pero allí comí atendido por la amabilidad de los dueños de un restaurante de aspecto lujoso, con un pequeño jardín. Comida sencilla y casera. Gracias, dueños del Restaurante La Muralla de Retortillo de Soria. Aunque os costó trabajo, os arrancásteis a dar de comer en condiciones a éste viajero hambriento y deshidratado bajo el medio día de Julio en Castilla.


Perspectiva de San Pedro de Caracena con la Sierra de Pela al fondo.

       Caracena es soberbia. Asentada en cuesta en un elevado promontorio sobre el cañón que protege el río, emite radiaciones medievales por doquier. Subiendo lo alto de la cuesta, arriba del todo está San Pedro y seiscientos metros más allá, coronando el cerro, el castillo musulmán del siglo XII, reformado tras la reconquista varias veces hasta el siglo XV.

Frontal porticado de la iglesia de san Pedro de Caracena


              Al acercarme al pórtico, ¡cuánto me recuerdan las columnas torcidas y los capiteles a los de Santo Domingo de Silos!   Y es que en épocas remotas cuando las únicas comunicaciones eran las señales visuales de humo, de vidrios reflectantes, los caminos, los caballos o nuestras piernas caminando o corriendo, las tendencias también iban y venían, a menos velocidad que los gigas, pero ahí estaban. No hemos descubierto nada nuevo, sólo hemos avanzado en comodidad.


               Uno de mis grandes placeres del viaje es poder disfrutar sin prisas de la estancia en éstos maravillosos pórticos que miran callados al horizonte, pero saben, porque han vivido muchas historias....

        Después de un buen rato disfrutando del entorno leo con curiosidad los paneles informativos. Fue Caracena muy disputada cabeza de partido de toda la comarca. Ya cristiana, tuvo su casa hospital de acogida de peregrinos que pasaban por éste ramal a Santiago.


               Ya repuestos de la calorada, subimos al castillo, que está guarnecido por la cresta natural de piedra del cerro y sobre ésta se añadieron lienzos de muralla y almenas.


La panorámica del castillo en ruinas todavía impresiona mucho.


           Camino de Gormaz, junto a cuyo castillo quiero ir a dormir ésta noche, paramos en San Esteban de Gormaz, porque quiero ver una vez más Ntra Señora del Rivero y sobre todo San Miguel.


                De una belleza demasiado ecléctica para mi gusto, la del Rivero, impresiona por su vetusta altivez sobre la colina de un barrio de San Esteban, asomándose firme hacia el resto de las casas.
        Me gusta que las galerías porticadas de éste tipo de iglesias sean solemnes, pero a la vez humildes y sencillas y que miren al horizonte, pero de esto último la culpa la tiene el pueblo por haber crecido a sus pies, quizá buscando su sagrada protección.

Iglesia románica de San Miguel en San Esteban de Gormaz

        Callejeando con Babieca llegamos enseguida a la de San Miguel, en el mismo barrio. Ésta me llega más al corazón, la noto más mundana, más terrenal.


             Los cables de la luz delante de todos los monumentos históricos visitables a lo largo del país, forman siempre parte del paisaje y paisanaje cultural más nuestro. España es así. ¡Olé!

              Como siempre, se hace tarde y salgo de San Esteban rumbo a Gormaz, pero antes subiré al poblado ibero arévaco de Uxama que está en el monte que domina a la episcopal Osma.

       Fue la batalla de Osma decisiva para que  el conde Fernán González y Ramiro II El Grande rey de León, expulsaran de éstos dominios a las huestes de Abderramán III. Debió de ser sangrienta la batalla, al encontrarse ambos ejércitos árabe y cristiano dentro del cañón del río, entre las paredes de dos grandes cerros.

              Ramiro El Monje fue otro personaje que nada tiene que ver con el anterior Ramiro. También fue rey, pero de Aragón y a ambos les separan casi dos siglos y distintas circunstancias. Tiene una interesante historia que puedes leer aquí: 


Situación geográfica de Uxama en época tardorromana.

         La arévaca Uxama, conquistada por los romanos en el siglo I a. de C. llegó a ser diócesis ya en el siglo VI dependiente del reino visigodo de Toledo. Hubo algunas migraciones hacia abajo del monte, junto al Duero y se fortificó con un antiquísimo castillo el cerro de la orilla opuesta.
Este cerdito de bronce es un hito representativo de la cultura arévaca de éste poblado de Uxama.

         El centro de interpretación de la ciudad de Uxama es pequeñito, pero dispone de toda la información necesaria sobre el poblado.

           No sé si está abierto. Empujo la puerta y enseguida me recibe Piedad, la responsable del recinto. No me cobra la entrada y me da un montón de explicaciones. Sin darnos cuenta entramos en un diálogo ininterrumpido sobre la época celtíbera de la comarca en el que yo tengo más que aprender que ella. Es una  guapa arévaca que habla de éstos iberos tan orgullosa como si fueran sus abuelos.

         Es que la Historia nunca es algo muerto. La Historia nos habla muchas cosas de nuestro presente, de nuestra raza, de nuestra vida. Entiendo tu pasión, Piedad.


             Me explica Piedad como seguir el camino para ir viendo las cisternas romanas, los restos de poblado y por último la atalaya sobre el Duero.


Durante el trayecto hay varios paneles explicativos.


            Y por fin llego a la atalaya sobre el Duero. Enfrente, la fortaleza de Osma.



                Justo debajo están los restos de lo que pudo ser parte de un cuartel romano.


           Me ha indicado Piedad un hotelito ahí abajo en Osma que es su pueblo, La Dehesa se llama y lo lleva una conocida suya. Tiene que estar bien, no lo dudo, pero ésta vez mi hotel es de mil estrellas junto a las murallas del castillo de Gormaz. 

        Bajando con Babieca el camino que va de Uxama hacia la carretera, me encuentro nuevamente con ella, que sube paseando hacia la atalaya. Me ha dicho que le gusta ir todas las tardes y que siempre encuentra restos de cerámica ibera por el suelo.

¡Au revoir, Piedad!

                 Mientras bordeo el río por la carretera que sale desde Osma hacia Gormaz, voy pensando muchas cosas, que se resumen en una: el paso del tiempo, el paso de la vida, de nuestras vidas, generación por generación durante siglos y miles de años. Duramos menos que un átomo incandescente en el Universo. Lo que para nosotros es una vida entera, en el Universo no es nada. Y según nos acercamos a la nada, a la muerte, según nos hacemos mayores, la vida pasa más y más rápida. 

                 Y todas éstas batallas, éstas conquistas, ¿Por qué? ¿Para qué? Si el mundo seguirá siempre su ley universal, la Tierra rotará siempre y seguirá siempre su baile lento alrededor del sol y la luna...…


           ….En poco tiempo divisamos el castillo con el recinto torreado mayor de Europa. Y debajo, pequeño, manso, apacible, el pueblo de Gormaz, ambos controlando el Duero.

              Poco a poco me voy acercando con Babieca, no tengo prisa, me gusta verlo en  distintas perspectivas.


             Poco a poco vamos subiendo desde Gormaz, hasta llegar a su muralla.


               Llegamos con los últimos rayos de sol dorando las piedras.



Me asomo a las extensas murallas exteriores.


                   Éste castillo fue residencia y centro de operaciones de Almanzor. Para él debió de ser éste algo muy querido.  Aquí organizó, pactó, preparó batallas, lloró, se emborrachó, rió, se cabreó... Ésta fortaleza tiene alma, se nota en cuanto te acercas.

Parte del gigantesco patio de armas del castillo, al anochecer.


              Asegurada la zona de Andalucía, la Castilla central desde Toledo y la frontera soriana hacia Aragón, Almanzor se sentía fuerte y seguro y soñaba con conquistar el territorio franco. 

           Sería sólo una quimera, porque el viejo caudillo sesentón estaba ya muy enfermo y cansado de tanto batallar durante su vida. "En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor", significa que perdió la fuerza necesaria para seguir sus conquistas, significa que tomó conciencia de su deterioro y próximo final. No pasó mucho tiempo para que uno de sus hijos lo enterrase en algún lugar de Medinaceli.


                 Éste es el arco califal por el que entraban a caballo. El acceso exterior era un camino de tierra y piedra que se ha ido desmoronando con el paso del tiempo.


              La noche va cayendo solemne como un telón que se cierne sobre el maravilloso escenario de Gormaz. El paisaje dorado se oscurece y se encienden las primeras luces del pueblo. Voy preparando el campamento donde voy a pernoctar. Es todo un lujo.

             Hoy ha sido un día lleno de vivencias que me siguen haciendo meditar sobre el todo y la nada. Y he llegado a la decisión de que yo soy ahora y lo demás no existe.

   


Poco a poco la luz se va despidiendo del día, que también se va.


               Ya es de noche. Pensando en Almanzor, que parece que nació en el castillo del pueblo granadino de Turrush (Fuentes de Cesna/ Algarinejo) aunque según otras teorías nació en Algeciras y según otras basadas en la fonética era de Torrox, yo me quedo con la primera, porque es el nombre que sigue existiendo hoy día.

           Estoy cansado, pero no puedo dejar de pensar en el paso del tiempo, no sólo a nivel general, sino aplicado también a mi vida.

    Hoy han sido muchas las vivencias emocionales, mucho reencuentro histórico con mis antepasados lejanos de hace más de mil años y eso es algo muy grande.

        Pensando todas estas cosas, con la noche en calma, con el lejano susurro de las ya tenues voces de los niños que juegan en la plaza del pueblo, a media legua de aquí, voy poco a poco empezando a soñar...…...