miércoles, 5 de diciembre de 2012

POR QUÉ EL ARTE ES VIDA Y LA CIENCIA NO.




      Hoy estoy sentado frente a la ventana del corredor, desde donde veo en amplio paisaje los tejados viejos de ésta villa manchega. El sol juega tímido al escondite, entre las nubes. Yo, recién estrenado mi descanso navideño, cansado, me pongo a meditar como casi siempre, sobre el paso del tiempo. Un amigo me ha regalado un hermoso libro sobre Jorge Manrique en su entorno, maravilloso libro que acabo de leer con fruición. Y como en un sueño, oigo entre mis pensamientos los sones lejanos de los conciertos de Brandenburgo, que me ayudan a recobrar mi quietud serena.

      Una vez más intento desechar de mi mente los dañinos despojos que el desempeño de mi labor docente va dejando como los posos de un mal vino: la mediocridad del sistema de enseñanza de un país que agoniza entre el dolor de su profunda precariedad y su estupidez; la poca valoración que los borregos nacionales hacen de la Educación, desde el más alto político de la cumbre capitalista, hasta el más miserable de los ciudadanos no pensantes.

      Al fin, consigo apartar de mi espíritu tanta basura, con la conciencia tranquila de que dentro de mi exiguo radio de acción, soy fiel a mis principios; y me pongo a pensar en temas que me importan más...

      Sin saber por qué, empiezo a recordar una de las últimas conversaciones que tuve con mi ya desaparecido amigo Juan, hombre de profundos pensamientos de quien siempre he aprendido algo en nuestras escasas aunque largas conversaciones. Juan y yo coincidíamos en los eventos sociales que sus familiares y los míos celebraban sucesivamente, de año en año. Y fué hablando sobre diferentes temas, como fuimos consolidando una amistad esporádica, pero intensa.

      Aquélla última conversación que tuvimos en la terraza de un hotel en León, en la sobremesa del banquete de la Comunión de Elisa, fué escueta, pero incisiva. Comenzamos a debatir sobre los placeres más duraderos de nuestra existencia y casi terminamos hablando de Filosofía. Decía Juan que quitando el Amor y la Naturaleza, que eran los placeres directos de la Vida, el Pensamiento y por ende el Arte eran lo más sublime que el ser humano tenía a su alcance para gozar.

      -"Disfrutar de un paisaje y disfrutar de un amor, es algo que está ahí, como las flores en primavera. Pero luego hay algo más elaborado que ya no es materia prima: es la miel que elaboran las abejas a partir de la flor. Lo mismo pasa entre nosotros: La Vida está ahí, delante de nosotros. Y somos nosotros los que la pensamos y los que la adaptamos. Ése es el origen del verdadero placer del Hombre: pensar y derivar. O lo que es lo mismo, la Filosofía, la Ciencia y el Arte. Son tres elementos producidos por el Hombre, a partir de la materia prima que es vivir y aún, sobrevivir."- Argumentaba Juan.

      -"Pero Juan- objeté yo- La Filosofía, que es pensar, ¿no es igualmente ciencia?

      -"¡Ay Alberto!- me respondió, encendiendo su pasión, cargado de la certeza absoluta de quien sabe que tiene la razón en su mano- ¡Por favor!, ¿Como vas a comparar el pensamiento humano con su infinita amplitud de gamas, con la estrechez obligada de la Ciencia?"

      -"Para empezar, ¿Qué es la Ciencia?- prosiguió- Es la simple aplicación de unos principios valorados únicamente por la utilitaria ley de ensayo y error. A éso es a lo que se ciñe, con la intención de aplicarla a  casos prácticos en el ser humano, tales como la Medicina, la construcción de viviendas, de vehículos, de instrumentos e infraestructuras útiles para todos. Simplemente la Ciencia es una herramienta, la madre de las herramientas de las que nos servimos para sobrevivr, pero sólo éso. Sólo es un método para hacer por sobrevivir, creando vacunas, casas, puentes, coches. La ciencia es aquéllo que utilizamos para sobrevivir físicamente. Pero no es la Vida en sí, ni siquiera es un resumen de la Vida. Es símplemente un manual de instrucciones para que el pobre ser humano pueda comprenderla sólo en parte, lo justo para sacarle el provecho útil.

      Pero ¡Por favor! Alberto, jamás confundas un simple manual de instrucciones- simple, pero necesario- con la Vida en sí. Es ésta tan compleja, que no cabe en nuestro limitado conocimiento e inteligencia, así que pretender resumirla no sé si es de ignorantes, o símplemente infantil. Por éso, para mí toda filosofía es algo bastante más certero por su amplitud de visión y porque pueden existir tantas filosofías como vidas y tiempo. Y todas son complementarias, porque filosofía es saber y éste es ilimitado. ¿Qué tiene un filósofo frente a un científico? Pues la virtud del pensamiento extenso que no se limita a la prueba de ensayo y error, sino que amplía las tesis a todas las facetas de la inteligencia humana. Porque el verdadero filósofo es el hombre que piensa sin limitaciones. ¿No estuvo ya demostrada por Bertrand Rusell la inexactitud de la Matemática, justificando el axioma como el "parche" que adapta  a la estrecha mente humana la irreductible realidad? ¿Qué me dices sobre los "Datos Inmediatos de la Conciencia", de Bergson que discutíamos el año pasado, cuando me hablabas sobre su "teoría del Impulso Vital" y de su factible aplicación en las artes? Precisamente la Conciencia que elaboramos a partir de nuestro devenir es la "culpable" de que busquemos nuestros propios modos de interpretar la Vida. Y ahí están el Arte que es la representación por antonomasia y la Filosofía que es el pensamiento ilimitado, que es simbiótica de la conciencia."

      -"Entonces, el Arte y la Filosofía son la auténtica representación humana de la Vida". Pero no son estrictamente concretas"- repuse yo.

      -"Exactamente. Son perfectas representaciones de la Vida porque no son estrictamente concretas. Son extensas, amplias. No se ciñen a la Lógica, porque no la necesitan, porque la Vida no es Lógica. Ya te he dicho que el pensamiento científico, lógico o como tú quieras llamarle, no se corresponde con la realidad, sino que es un "manual de instrucciones" para hacer la existencia más práctica al hombre.

      Por éso, la amplitud de la Filosofía con todos sus sistemas coexistentes entre sí y a veces, si quieres, contradictorios, hacen de ésta materia la representación casi perfecta de la Vida, por su generosamente  paisajística visión. Y digo casi, porque sólo hay una verdadera representación de ésta: Es el Arte. El Arte es la representación emocional, afectiva e intuitiva de la Vida, en torno al hombre y captada por el artista. Y es ése elemento irracional lo que le da la mayor semejanza con la Vida en sí: que no es lógica, aunque nos hayan mal educado para pensar que sí. Si la Vida fuese lógica, ¿Cómo explicar la suerte o la casualidad?, o ¿Es la Ciencia como la Religión con sus Misterios, que ha de aceptarse como ilógica en sus puntos débiles?

      El Arte, primo hermano de la Filosofía, descendientes ambos del "factor humano" adyacente a la Ciencia, está inseparablemente amalgamado con la Conciencia humana, que necesita exteriorizar sus impresiones. Para ello, el Arte expresa, tocando la conciencia y el corazón, llegando donde ni siquiera la Filosofía puede alcanzar. El Arte es Vida, la vida del corazón que late sólo en aquél que lo tiene.

      Y por lo que tiene de inaccesible y de incógnito, llegando directamente al espíritu por el corazón, la Música es la más fiel representación de la humanidad del ser. Porque llega al fondo de éste sin necesidad de razonamientos ni justificaciones, alterando inevitablemente la intuición. ¿Quién no siente algo muy especial por alguna pieza de música o canción en particular o por diversas piezas? ¿Qué misterio tiene la Música que es capaz de representar el todo para ser procesado con la emotividad?  He ahí la diferencia entre el Arte y el simple pensamiento y entre la Música y las demás artes, que sin dejar de tener la misma función que la Música, no son capaces de calar tan directamente en la afectividad humana"

      Sin darnos casi cuenta, empezaba a anochecer. Muchos de los invitados se habían ido retirando ya; otros se estaban despidiendo de los anfitriones y entre ellos, haciendo planes y concibiendo planes de futuro. Juan apuró su copa y se levantó conmigo. Ya era de noche, cuando salíamos del festín.

      Cuando nos despedimos afectuosamente, no imaginábamos que jamás volveríamos a vernos. Bueno, quizá en el Infierno, calentitos, en algún otro sarao.

       Al final, todo pasa. El sol de éste recién nacido invierno está ahora en su plenitud. Voy a dar un paseo junto a la cercana arboleda, para recibir su luz y su calor.Todavía quedan todas éstas vacaciones por delante. Como el tiempo es relativo, procuraré alargarlas lo más posible...