sábado, 28 de julio de 2012

UNA LEJANA HISTORIA.

                                          Lápida de la sepultura de Rocío.


      Aquél día de mi encuentro con Domingo, le ví muy demacrado. Me había llamado, porque la noche anterior, ordenando unos papeles, se encontró la fotografía que hizo de la sepultura de Rocío y se empezó a sentir mal. Es increíble lo que el amor, en ocasiones puede perdurar, cuando es auténtico.

      Habíamos quedado en la galería acristalada del Café del Espejo.

      -"Ésta vez te invito yo". - Me dijo.

      Y en recuerdo de otros tiempos lejanos de nuestra longeva amistad, pedimos dos copas de "Capitán Morgan", como antaño en épocas felices.  Domingo, que siempre se había caracterizado por su laconismo, aquélla tarde otoñal, estaba bastante comunicativo conmigo. Tenía tantos recuerdos aletargados,  que se sentía abrumado.

      Yo, a Rocío llegue a conocerla casi de refilón, cuando me la presentó mi amigo en aquéllos días tan lejanos en el tiempo. Muchos años después le acompañé al  cementerio viejo de Cádiz a   visitar la tumba de aquélla muchacha tan especial para él. Recuerdo que fué una fría mañana de Enero. Le llevamos un sencillo ramo de claveles blancos, que según Domingo eran las flores preferidas de su antiguo amor. Había como casi siempre en Cádiz, una nítida claridad blanquecina que hería los ojos. Cuando llegamos al sepulcro, le dejé sólo un buen rato, mientras me dedicaba a pasear entre hileras de longevos cipreses. Al salir del cementerio, casi sollozando, mi amigo me dijo:

       -"Algún día te hablaré de ella. Con su ida  ha desaparecido una parte importante de mí. No sé cómo, porque lo nuestro fué prácticamente como una estrella fugaz..."


      Después de refrescarse con el aroma del primer sorbo de ron, al tiempo que el sol empezaba a declinar sobre los árboles del bulevar del Paseo de Recoletos y en el salón de El Espejo amenizaba con un viejo tango un joven pianista, comenzó  Domingo a contarme así:

      -"...Todavía recuerdo sus cobrizos cabellos, casi negros, ondeando en la suave brisa primaveral y su esbelto talle, cimbreándose con ése estilo tan personal que la caracterizaba. Recuerdo aún, como si fuera hoy, sus andares envueltos en un no sé qué modelo de elegancia personal que sólo ella  podía emanar de sí misma; sus presurosos pero seguros pasos, cuando su profunda mirada se cruzó con la mía...

      ...Paseaba yo, con ganas de desquitarme de los excesos de la noche anterior, por la calle de la Pelota, en dirección a San Juan de Dios y ella venía por la misma calle, hacia la plaza de la Catedral. Sus ojos, mucho más negros que mi conciencia ennegrecida por los devaneos de la noche pasada, se clavaron en los míos, aquélla mañana soleada de Febrero y quedé profundamente impresionado. Un pequeño, pero intenso temblor, una especie de desordenada taquicardia comenzó a recorrer todo mi cuerpo y empecé a notar como si de repente me hubiera quedado totalmente desnudo ante los ojos de la calle y especialmente ante los suyos.

      Sentía un inmenso y morboso rubor y seguí mirándola durante unos segundos. Ella, con altivez, me sostuvo la mirada con una delicada coquetería que me dejó embelesado como a un pueril adolescente. Claro está, ella siguió su camino y avergonzado de mi confusión, decidí seguir yo el mío. Sin embargo, a los muy pocos pasos, arrepentido de haber dejado seguir a aquélla diosa que me acababa de embriagar, dí media vuelta y desandé lo andado mientras mis ojos la buscaban entre la multitud.Sin encontrarla, casi corrí en la dirección que ella llevaba y al llegar al cruce con la Plaza de la Catedral, la ví de nuevo, entre el gentío. Paré allí y la seguí con la mirada. Pero perdí su rastro cuando se metió por la calle de la Compañía.

      Entonces caí en una especie de vertiginoso abismo que me atraía involuntaria  e irremediablemente  hacia aquélla mujer que no conocía y empecé a lamentar haber dejado pasar la ocasión de acercarme a ella.

      Pero, ¡Qué era éso! Necesitaba despejarme; mi mente estaba embotada por los excesos del Carnaval y estaba empezando a degenerar en  excentricidades de capricho. Éso no, no me lo podía consentir.

      Aquélla alegre mañana de Febrero, que en Cádiz es ya de primavera, rebosaba radiante claridad que iluminaba el alma y el espacio; y yo, aunque impresionado por una mujer tan atractiva, no iba a dejar de disfrutar de mi matinal paseo por el casco viejo, tan necesario paseo para renovar mi cuerpo y mi alma perdida. Así que continué mi marcha hacia las murallas y de allí seguí hasta La Caleta, donde, a la vez de dominar el majestuoso horizonte, poblado de gaviotas y surcado por algunos veleros, contemplaba y escuchaba con morboso placer el fin de las olas sobre la arena dorada; y de ésta manera, disfrutando del entorno y de mis pensamientos, pasé el resto de la mañana.

      Había olvidado ya el encuentro con aquélla mujer y a eso del mediodía ocupado en otro tipo de pensamientos, me dirigí casi sin sentido hacia la Catedral. Ya sabes de mi predilección por visitar los templos de las ciudades donde paro. La Catedral de Cádiz es especialmente querida por mí, porque en su cripta está enterrado nuestro querido compositor Manuel de Falla. Y aunque el templo es relativamente moderno, comparado con los estilos antiguos que yo siempre admiro, el hecho de entrar allí para mí es un acto solemne.

      Al salir tuve la agradable sorpresa de volver a verla, ¡a ella!. Empecé a notar otra vez los latidos que pugnaban por romperme el pecho, era inexplicable. Por lo visto el destino se colaba entre los dos y ya no tenía excusa ni deseos de evitarlo, así que gallardamente me acerqué con la mayor naturalidad. No puedo explicar con palabras el atractivo tan personal que irradiaba. Vestida con traje blanco y largo, recogido en la cintura por un estrecho cinturón, parecía una princesa musulmana secuestrada por algún noble godo medieval, traída de lejanas tierras. Sus pasos rápidos y menudos me hacían estremecer a medida que me acercaba más y, sin saber cómo, mi rostro debía ir dibujando una agradable sonrisa, aunque yo ya no podía manejar mis movimientos. Estábamos frente  a frente mirándonos y de momento me debió recordar, porque puso una mueca como de risa contenida en la que parecía expresar cierta satisfacción egocéntrica al verme en ésta situación. Éso es al menos lo que parecía decir con una engreída y pícara sonrisa.

      -Me alegro de volverte a ver. - Le dije sin pensarlo, mientras ella no dejaba de sonreir. - Tenía ganas de preguntarte algo.

      -¿Y qué quieres preguntar, a ver?

      - Querría saber cómo puedo conocerte un poco para saciar mi curiosidad.

      Automáticamente ella amplió su sonrisa camino de una risa benévola y yo seguí hablando, animado por la euforia de estar juntos:

      - Me llamo Domingo y he venido de Madrid a pasar el carnaval con unos amigos. Dime, ¿Cómo te llamas?

      -Rocío, un nombre muy andaluz, ¿verdad? - me dijo, regalándome una preciosa sonrisa.

      - ¡Qué casualidad! Te llamas como mi hermana - sostuve cínicamente a sabiendas de que no tenía hermanas. - Pues Rocío, ésta mañana, cuando te ví, me dió la sensación de que ya te conocía y me quedé pensando: Quizá la conozca de vista, del Conservatorio. Porque soy pianista, pero no. Tu cara me era más lejana, no sé de qué.

      -Pues yo no te conozco de nada. Nunca he conocido a ningún pianista. Bueno, sí; el tío de un amigo de mi hermano. Es sacerdote y estudiaba piano y órgano, pero nunca le he oído tocar...

      Así las cosas, con mi improvisada conversación, me fuí acercando progresivamente. Como ví que  no tenía prisa en apariencia, la invité a tomar algo.

      -De verdad, que no puedo, tengo que ayudar en casa. Hoy viene gente a comer; te lo agradezco.

      - Me gustaría verte otra vez, Rocío. - Ella sonrió.

      No recuerdo cómo fué pero al día siguiente la esperaba yo en un café muy cercano a la Catedral, donde habíamos quedado. A medida que pasaban las horas, disfrutábamos más los dos, íbamos cogiendo confianza y nuestra conversación era cada vez más amena. Así fuímos conociéndonos durante aquélla tarde y cuando quisimos darnos cuenta, empezaba a oscurecer, así que le propuse dar una vuelta para ver el ambiente festivo de la calle. Después me acordé de que había quedado con vosotros en que nos reuniríamos todos en Puerta de Tierra a las once. En un momento pensé en llamaros para daros alguna excusa, pero también pensé que si no aparecía, conociéndome, os haríais cargo. Así que desistí y cambiando de rumbo, volví a mi conversación con Rocío:

      - Había quedado con todos junto a la Catedral - le dije con el mayor cinismo del mundo.

      A ella, que parecía sentirse a gusto conmigo, no me costó convencerla para que se quedase, convirtiendo aquélla jornada en la más maravillosa que yo había tenido en mucho tiempo. Tanto, que a veces parecía estar soñando. Recuerdo el brillo de sus profundos ojos negros, su dulce y misteriosa expresión, su voz como un susurro, aquélla magia suya especial, que me desorientaba...

      A  la otra  noche, en el baile, mi preciosa, irradiaba una belleza especial, disfrazada de princesa mora, con un precioso vestido largo y ataviada al estilo oriental. Y yo, que si recuerdas, iba vestido de bandolero alpujarreño, me veía favorecido seguramente por la felicidad que sentía al tenerla junto a mí.

      Después de bailar y hablarnos con las miradas un buen rato, Rocío me dijo que estaba cansada. Yo la propuse dar un paseo por las murallas, para ver la ciudad de noche, iluminada. Sin dudarlo, le pareció bien y fuímos paseando plácidamente desde el Parque Genovés hasta La Caleta. El cielo estaba limpio y la luna medio llena. Entramos por el pórtico de La Caleta y lentamente anduvimos el camino del castillo, con el mar a ambos lados. Por la izquierda, la marea baja dejaba ver el suelo, cuajado de rocas marinas, modeladas con caprichosas formas; por la derecha, interminables olas bramaban mágicas bajo el inmenso cielo sobre el mar. Con ésta música, quedaban lejanos los ecos de la verbena. Lo que los dos sentíamos en aquéllos momentos, sólo el mar y nosotros lo compartíamos.

      Poco a poco, dejando las bromas y las risas, sus ojos fueron penetrando en los míos de una manera solemne y yo, petrificado por aquél encanto misterioso, me acerqué  más y la besé. Así, perdimos los dos el rumbo del mundo, durante unos intensos e indefinibles momentos que se trocaron en una inmensidad como la del profundo mar que nos envolvía, susurrándonos una secreta canción solitaria y lejana.

      Aquélla noche volví a sentirme tan joven como antaño y con una felicidad inefable producida por el encuentro con ésa mujer que misteriosa y rápidamente había encendido mi pasión.

      No sé el tiempo que hacía que salimos del baile, lo cierto es que comenzamos a oir las campanadas de algún lejano reloj, que se paró en las tres. Entonces Rocío subió a la superficie de aquél mundo maravilloso en el que los dos estábamos sumergidos y con muy distinto gesto, me dijo:

      - Ahora tengo que irme, Domingo.

      Yo, sin rebatir su decisión, me ofrecí a acompañarla y ella aceptó con la mayor naturalidad. Juntos fuímos hasta la calle Columela muy cerca de la plaza de la Catedral, donde la había visto perderse  aquélla mañana por primera vez. La acompañé hasta el portal, donde intenté besarla de nuevo. Ella me apartó discretamente susurrando:

      - Aquí no. Pueden vernos. ¡Adiós!

      -¡Espera! ¿Te volveré a ver mañana?

      - ¡¿Mañana?! - Exclamó, entre escéptica y acelerada. - Quizá mañana...Quizá otro día. Ha sido un día muy especial para mí. Ahora tengo que irme.

      - Pero... ¡Espera!

      Acto seguido cerró la puerta y fué inútil llamarla. Comencé a oir sus pasos escaleras arriba con extraordinaria ligereza.

      Aquéllo me parecía un sueño inacabado. Me quedé estupefacto y un poco triste de separarme así de aquélla mujer que tanto me atraía. Entonces fué cuando me acordé de vosotros. Eran casi las cuatro de la mañana y pensando que me sería imposible encontraros desistí de la idea y pensativo, me dirigí a la playa de la Palma, donde tras largos instantes de pensar muchas cosas, intenté dormir,  tumbado en la arena, a pesar del frío y de ir abrigado sólo con mi vestido de bandolero, que era insuficiente ante el relente marino de aquélla madrugada.

      Así estuve casi durmiendo entre tiritones, hasta que unas horas después el sol comenzó a templarme. Entonces, miré el reloj: Eran casi las diez de la mañana. Vosotros estaríais ya de vuelta en casa, así que me levanté con una paliza encima y con la idea de regresar y caer por fín en el adorado camastro.

      Aquél día amanecimos todos a eso de las tres de la tarde y poco a poco fueron transcurriendo los  demás días en una constante diversión. Sin embargo, dentro de mí había algo de melancolía que yo mismo no sabía evitar. Dos días después al que estuve con Rocío,  estuve llamando al portal donde la dejé. Pero nadie contestó, ni al día siguiente, a ninguna hora, así que desistí con tristeza y me hice a la idea de no volverla a ver.


      El año siguiente, al volver por Carnaval, volví a intentarlo, sin obtener respuesta, hasta que un día salió a abrir un anciano inquilino, malhumorado por mi insistencia y me dijo que aquélla casa era de alquiler y había sido abandonada por los anteriores inquilinos, hacía cosa de varios meses.

      Así perdí definitivamente la esperanza de volver a verla...

      Hace cosa de dos años, un compañero de trabajo me habló de un programa de conciertos, que con motivo de no sé qué celebración histórica, iban a hacerse en todas las capitales andaluzas. Y era casualidad que él tenía unas invitaciones para obtener entradas para los conciertos. Un dia, a la salida del trabajo, me ofreció alguna, alegando que él no podría acudir. Me enseñó el programa y ví que en Cádiz, se interpretaba mi concierto preferido de Mozart, entre otras obras. Entonces, sin pensarlo mucho acepté la invitación, reservé una localidad para el Teatro Falla y llegado el día, me dirigí a la "Tacita de Plata".
  
      Al día siguiente del concierto, por la tarde, paseaba por el Parque Genovés, cuando inesperadamente ¡Volví a ver a Rocío! Ella no me veía. Estaba charlando con una amiga junto a la baranda que asoma al mar. Juntas se reían divertidas. Comencé a sentir un extraño temblor. Volvía el corazón a querer salirse del pecho como antaño, pero sin pensarlo un momento me acerqué a ella hipnotizado. Y cuando me vió llegando, me llamó gratamente sorprendida:

      -¡Domingo! ¿Qué haces tú aquí en mi pueblo?- Me dijo con ése gracioso ceceo que tanto la dulcificaba.

      Enseguida comenzamos una alegre conversación y al momento me presentó a su amiga Julia.
´     Así, los tres, sugerí la idea de ir a tomar un café, pero Julia, discreta, movida por ésa inexplicable intuición que toda mujer tiene, nos dejó, alegando no recuerdo qué improvisada excusa. Y así fué cómo por fortuna volví a encontrarme otra vez con ella.

      Aquélla tarde estuvo cargada de risas y bromas y empecé a ser consciente de lo profundos que eran mis sentimientos. Ya de noche, la invité a cenar y después, de común acuerdo, como dos adolescentes enamorados, decidimos compartir mi habitación en el hotel más agradable de la ciudad.

      Así, entre dulces abrazos, besos y caricias llenas de la más delicada ternura, comenzó una larga noche que parecía no tener fin...



                                   
                     

      ... Hoy el tiempo, que todo lo puede, ha pasado imparable. Tú, querido amigo, que la conociste tan efímeramente, me has ido dando la razón. Has estado apoyándome cuando yo la acompañaba en sus peores momentos.

      Rocío me había contado su triste historia y yo se la mantendré fielmente guardada hasta mi muerte. Ahora, de vez en cuando me vienen lejanos los recuerdos  de los indescriptibles momentos de felicidad de aquéllos dias.

      El destino, que parece poder con todo, quiso romper nuestra unión. No puedo hablarte ya de aquéllo, porque me produce una lejana tristeza. Ahora, sin querer, sólo pienso en ella, cuando estoy frente al mar en algún lugar, y contemplo el romper de las olas, junto a mis pies. Entonces me invade cierta melancolía. Sólamente al escuchar  las gaviotas, comienzo a olvidarme del pasado y recuerdo que estoy bañado de presente."

                                                     ***      ***      ***     

     
      ...Años después de la muerte de Domingo, he vuelto a recordarle. Era un amigo singular, cargado de pasión, esa misma pasión a la que sólo pueden acceder los seres especiales como él. Allá donde esté, ¿Se habrá encontrado con Rocío?

      Brindaré por ellos.





         Dedicado a Titina.

LAS DESCOMUNALES TRAGADERAS DEL ESPAÑOL MEDIO ACTUAL.



      Me da pena decirlo, pero es vergonzoso cómo callamos como corderitos ante los ataques del LOBO FEROZ.

                  YA HAY MÁS DE UN MILLÓN SETECIENTAS MIL FAMILIAS CON TODOS
                   LOS MIEMBROS EN PARO.

                   LA TASA DE PARO JUVENIL SUPERA CON CRECES EL 45%.

                   ESPAÑA AHORA LIDERA EL PUESTO EN DESTRUCCIÓN DE EMPLEO.


        ¿HAY ALGÚN BENEFICIO PARA LOS ESPAÑOLES  POR PERTENECER AL GRUPO MERCADER QUE LIDERA LA ALEMANOTA MERKEL


      NUESTROS GOBERNANTES DEL

                                                    PARTIDO ¿¿¿¿¿¿SOCIALISTA??????  ¿¿¿¿¿¿OBRERO?????? ¿¿¿¿ESPAÑOL????

      Y DEL 

                                                     PARTIDO   ¿¿¿¿¿¿POPULAR??????


      HAN ENGAÑADO A LA POBLACIÓN MÁS INGENUA INTELECTUALMENTE, A SABER, LOS AGRICULTORES Y TAMBIÉN A LOS "LISTILLOS": ALCALDES, PRESIDENTES DE DIPUTACIONES Y ESPECULADORES INMOBILIARIOS, OFRECIÉNDOLES DUROS A PESETAS, CON ""AYUDAS DE FONDOS EUROPEOS"". Y AHORA HAY QUE PAGAR CADA PESETA A DURO, PUES TALES ""AYUDAS"" NO ERAN SINO ABUSIVOS PRÉSTAMOS PARA ENRIQUECER MÁS A LOS LÍDERES ECONÓMICOS EUROPEOS, O SEA A FRANCIA Y SOBRE TODO A ALEMANIA.

      TODO ÉSTO LO SABÍAN NUESTROS POLÍTICOS  Y NOS HAN METIDO EN ÉSTO ELLOS.




      SÓLO LA UNIÓN DEL PUEBLO HA SIDO CRUCIAL DURANTE TODA LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD PARA DERROTAR A LOS TIRANOS.

      ¿HASTA CUANDO?


      Ya intentaré no enturbiar éste blog literario con asuntos tan prosaicos. Pero a veces es difícil obviar lo obvio. Bastan las palabras ya. Hay demasiadas por todo internet. Ahora, vayamos a los hechos.

  

lunes, 23 de julio de 2012

¡BASTA YA DE ACOSO, DEJADNOS EN PAZ, LADRONES!



AUNQUE NO ME CONSIDERO PARTIDISTA DE NADA, PORQUE LOS ENCASILLAMIENTOS DENOTAN RIGIDEZ MENTAL, ME GUSTA LA BANDERA REPUBLICANA ESPAÑOLA, PORQUE RECUERDA UNA ÉPOCA EN LA QUE EL PUEBLO CONSIGUIÓ QUE EL MAYOR CACIQUE DE ESPAÑA "EMIGRASE" A DONDE NO SE LE TUVIERA EL ASCO QUE AQUÍ SE LE TENÍA.

 ¿TENEMOS QUE PAGAR LOS CIUDADANOS LAS TRAMPAS MILLONARIAS EN LAS QUE NOS HAN METIDO NUESTROS POLÍTICOS MULTICOLORES E UNIIDEALES, A UNOS INTERESES ABUSIVOS QUE NOS IMPONEN LOS POLITICUCHOS ALEMANES?


¿POR QUÉ NO PAGAN ELLOS CON SUS SUELDOS Y PERTENENCIAS, QUE SON LOS QUE NOS HAN METIDO, SÍ O SÍ, EN SU CHIRINGUITO FINANCIERO?


HAY QUE RECOGER UNOS POCOS MILLONES DE FIRMAS DEL PUEBLO OPRIMIDO PARA EXIGIR POR DERECHO UNIVERSAL CAMBIOS DRÁSTICOS EN LA CONSTITUCIÓN, PARA QUE SEA VERDADERAMENTE DEMOCRÁTICA:

      -LIMITAR EL PODER DEL SECTOR POLÍTICO A LOS INTERESES DE LOS ESPAÑOLES Y NO AL REVÉS COMO OCURRE AHORA.

      -EXIGIR RESPONSABILIDADES LEGALES A LOS GOBERNANTES, BAJO PENAS DE CÁRCEL Y EMBARGO DE BIENES.

      -ARREBATAR EL DOMINIO POLÍTICO DE LA BANCA, LIMITÁNDOLO A CUESTIONES FINANCIERAS FUERA DE LA POLÍTICA.

      -DEROGAR  LOS DECRETOS QUE NO ESTÉN REPRESENTADOS ENTRE LA MAYOR PARTE DE LOS GRUPOS.

      -REDUCIR  AL MENOS EN UN 50% LOS SUELDOS DE LOS REPRESENTANTES POLÍTICOS Y JERARQUÍAS.

      -INSTAURAR PENAS DE CÁRCEL INCONDICIONAL Y EMBARGO TOTAL A LOS DELINCUENTES DE "GUANTE BLANCO", QUE JUEGUEN CON EL CAPITAL DE LOS ESPAÑOLES, PRESIDENTES DE GRANDES BANCOS, QUE DELINQUEN, SIN POSIBILIDAD DE APLICACIÓN DE CLÁUSULAS ADICIONALES NI DE REVISIÓN DE CASO.

      -ENFRENTAR POSTURAS CON "EUROPA",   LIMITANDO EL PAGO DE INTERESES DE LOS PRÉSTAMOS EUROPEOS CONCEDIDOS A ESPAÑA, A PROPORCIONES Y CUOTAS JUSTAS Y ASUMIBLES SIN QUE ELLO LLEVE A LA RUINA PROGRESIVA DEL PAÍS, COMO ESTÁ PASANDO AHORA.



                                  REBÉLATE TÚ TAMBIÉN.



 NO ESPERES A QUEDARTE SIN TRABAJO, SIN COBERTURAS SOCIALES, SIN JUBILACIÓN, SIN PARO. AHORA ES MÁS EFECTIVO. YO SALGO A LA CALLE, PROTESTO EN VOZ ALTA SIEMPRE QUE PUEDO Y ESCRIBO EN UN BLOG.  ¿Y TÚ?  NO TE QUEDES CRUZADO DE BRAZOS MIENTRAS UNOS DESALMADOS TE ROBAN.



                                   ESPAÑA SOMOS TODOS, LA UNIÓN HACE LA FUERZA.

viernes, 13 de julio de 2012

EL ADIOS DE TERESA. (SÓLO UN CUENTO).

      Fué el abandono de Teresa, lo que supuso el final de una larga y penosa adicción al sexo opuesto, a la que me ví sometido a raíz de mi divorcio.

      Con Teresa, todo era distinto, porque caló en mí incisiva, pero dulcemente. Después de un sinfín de lamentables escarceos y aventuras, la conocí allá arriba, en el cielo, que para mí es Asturias, tierra  del alma desde siempre. Recuerdo como ayer, cuando la ví por primera vez en el parque de San Francisco, que es el balneario espiritual de Oviedo. Era un grupo de estudiantes que reían sin parar. Yo me fijé en ella desde el principio y a causa de esa especie de enfermedad adictiva que padecía compulsivamente, no pude evitar acercarme a hablar con ellas. Como era forastero, tuve una fácil aceptación.

      A partir de la primera cita con ella, comencé a plantearme la posibilidad de acudir a un psicólogo que me ayudase a superar ése énfasis descontrolado hacia contínuas aventuras, que me producía tanto estress y desapego. Había un motivo: Teresa: ésa  risueña universitaria veinteañera, ¡Quién me lo hubiera dicho nunca! Teresa consiguió con cariño lo que nadie había conseguido antes: que me estabilizase sentimentalmente durmiendo mi obsesión.

      Todavía no entiendo cómo un mico de veintisiete años pudo tener tanta influencia en mí, un senior, camino lento del medio siglo, pero la tuvo.

      Que Teresa fuese alta y lozana, era lo de menos. Lo que me enganchó de ella era su eterna alegría, sus ganas de reir, de hacer, de vivir, tan contagiosas. A veces la hacía rabiar diciéndola que la gente pensaría al vernos que éramos padre e hija. Se le pasaban pronto los enfados.

       Ha pasado ya algún tiempo y éso me hace revisar mi pasado con mayor relatividad. Y ha pasado lo que tenía que pasar: Que Teresa tiene aún mucho por vivir ella misma, antes que seguir con un hombre como yo. Sólo me alegra saber que toda mi experiencia y conocimientos productos del tiempo vivido, le puedan aportar lo mejor.

      Sucedió una estúpida mañana. Paseaba por La Escandalera y ví una despampanante diosa rubia, con una veleidosa sonrisa a medias, a sabiendas de que yo la miraba. Entonces no pude contenerme y...¡Volví a caer en la asquerosa adicción, que esperaba dormida, a que llegase un buen momento para traicionarme!

       No sé cómo, pero por la tarde, Teresa no me cogía el teléfono. La había escrito un par de mensajes con el móvil, pero ¡Nada! Al final, de noche, me pasé por casa, por su casa, que tantas veces habíamos compartido. No me dejó subir, me hizo esperar, para decirme que me habían visto en una cervecería  con aquélla otra beldad. Me dijo que ya no sentía nada por mí, sólo pena.

      Aquélla tragedia me hizo volver a recapacitar, a saber que en la Vida sólo se triunfa siendo fuerte y sabiendo acrecentarse uno ante cualquier impulso banal.


     Al día siguiente no luché por lo perdido. Reconocí mi error y salí camino de Fuenteserena, donde un sinfín de asuntos me esperaban. Pero al pasar por Madrid, un halo de tristeza me invadió y llamé a Pilar, de nuevo, como antaño. Sólo necesitaba  el consuelo de mi buena amiga. Restablecido por sus palabras, no quise quedarme mucho tiempo. Al fin y al cabo necesitaba estar sólo y replantearme de nuevo muchas, muchas cosas...

      Cuando monté en el coche, ví que tenía a mano el disco de Becaud, con el famoso ET MAINTENANT y pensando en el ayer acabado, lo escuché de nuevo.


NADA ES  FINAL DE NADA EXCEPTO LA MUERTE QUE ES EL PRINCIPIO DE TODO.

LA VIDA SIEMPRE EMPIEZA CADA DIA .

"HOY ES SIEMPRE TODAVIA"
Antonio Machado. 

domingo, 8 de julio de 2012

HORIZONTAL Y MADRE.



Como una madre,

espoleando sal con sus andares

de olas estrelladas;

como una madre,

cautivando, maternal

con el arrullo cierto de tus olas.



Serás, cuando mi espíritu gravite,

saladamente azul y protectora

y hacia el inmenso perfil de tu horizonte,

cautivo me hallarás

soñando con tus lomas el coral

que dibujan en color tus ondas.



Serás tierna, grave, penetrante,

el corazón abierto a la esperanza,

el corazón, que late

a murmullos opacos y crecientes.



Voy a tí, como a una madre.

En el perdido rincón de mi memoria

latente y vacilante,

escucho tu rumor desde otros dias

en tiempo ya lejano del presente;

y a tu regazo como niño vuelvo,

en escondidos sueños.



¡Madre, sé que eres mar y que me esperas,

bien apurada la nutrida senda;

se, que me perdonas y me amas,

aunque tu estela se confunda hacia el mirar

opacamente adusto y sonrosado,

cálido, frío, lejano y verdiazul,

elemento gris desde tus brazos!



Quisiera, mar, fundirme junto a tí

en infinitos murmullos y corales

anchos lares, blanquecinas olas.

                                        

Quisiera perderme en tu regazo, madre

quisiera ser el niño que ya fuí.

Siento perderme entre tus amplios brazos.

Pero un ósculo lejano y compungido,

me avisa que te vas y que me esperas...

                                         

Quiero volver a verte mar,

cargado de susurros en tus olas,

quiero, gaviotas, planear valiente,

ella me espera

sin prisas, sin pasiones,

como una madre, eterna,

          siempre,

                     el  mar.


                                          




                                           
                                          
                                          
                                           
                                           

miércoles, 4 de julio de 2012

DESDE MI BALUARTE.




                                         Otra vez la llanura en la mirada:

                                         oro y fuego en perspectiva,

                                         sabor rancio de viña y polvo añejo;

                                         color de cielo azul y blanco

                                         sobre la luenga llanura aderezada

                                         y en el erial el verdinal sereno,

                                         licor de viña que despierta en vino.

                                         La sangre castellana de su historia

                                         plagada de caminos y batallas,

                                         dormita en la llanura, sepultada.

                                         Acariciando sueños

                                         esparce el sabor de sus fontanas

                                         en bermejos caprichos del destino.

                                         Viña, paisaje, cielo azul, sereno;

                                         historia y pasión en lontananza,

                                         que a la luna de estío  en su reflejo

                                         importas ya lejana entre la noche,

                                         cantando hacia la noche y junto al río,

                                         el eco oscuro de un error lejano

                                         y el himno alegre de un nuevo camino.



          


martes, 3 de julio de 2012

¡CAMPEONES!...... EN GILIPOLLEZ.

      En éstos días, ¡Qué orgullo para España es ganar la Eurocopa! Por doquier ondean las banderas patrias, simbolito monárquico interior incluído. Coches, camiones, balcones, las exhiben con orgullo. Incluso en mi maltratada Madrid del alma, se utilizan las "instalaciones públicas" de La Cibeles para un macro "no sé qué" a base de ruido y bravuconada. La verdad es que es para estar orgullosos. ¡Menudo equipo tenemos!

      "¡Pan y Circo para el Pueblo!" , sentenciaban los caudillos romanos, agraciados por la estupidez de una plebe que ahogaba sus penas y estrecheces, con la sangre y el espectáculo de masas.

      Hoy día podemos congratularnos de ser los mismos de hace dos mil años. Bueno, mejores aún, porque en el pueblo español de hoy, ablandado por el reflejo aún cercano de un "estado de bienestar" de antaño, no existe peligro de rebeldía ante la injusticia social. Se podría decir grosso modo, que el españolito medio actual está bien capadito y no presenta peligro ante los magnates que dominan desde arriba.

      ¿Por qué a veces me averguenzo de ser español? Cuando me viene ése penoso sentimiento, pienso: "¿Qué culpa tiene España de tener una masa ingente de desaforados besugos sin agallas, que esconden sus frustraciones en las victorias del Fútbol? También España es otro tipo de gente: gente que luchamos, que protestamos, que construímos en la medida que cada uno puede, poco a poco la conciencia y el cuerpo del país, mediante la Educación, la Sanidad, la Inteligencia y el Buen Hacer de muchos obreros e intelectuales, que no presumimos de ello. Lo malo es que o somos pocos, o estamos mal organizados.

      La masa cerril de españolitos, se alegra de los triunfos de los "coceapelotas" de élite, que por cada patada bien dada en forma de gol, cobran un extra multimillonario. ¿Por qué en época de crisis el Gobierno permite que unos futbolistas cobren cantidades mareantes de dinero, mientras hay familias enteras en el paro, sin posibilidad de solución ni a corto, ni a medio plazo? Quizá porque al Gobierno le interesa que el español medio, el zafio, el carente de agallas para rebelarse, se entretenga y "no moleste".

      Odio el ruido de los cobardes, el grito del que chilla para huir de sí mismo, el  petardo que explota cada "gallina" que así elude su deber de ciudadano de rebelarse ante la sinvergonzonería de los que mandan, que a su vez están a las órdenes de quien manda más y todos bajo el poder de don Dinero.

      Si un hombre no es valiente ( y también, por supuesto me refiero a la mujer) para luchar por lo suyo, no es nada.

      Mucha banderita por un puto partido de fútbol, cuya victoria es producto de la suerte, mucho ruido, mucha valentonada a base de petardos y chulería barata, que se esfuma a la hora de ser lo suficiente hombre o mujer para salir a la calle a exigir a quienes nos roban los derechos. ¡Qué poquitos somos los indignados, porque para éso hay que tener agallas y renunciar a la comodidad del sofá y de las cervecitas viendo el partido de turno en la tele!

      Un país se levanta a base de la mezcla de los sudores  conjuntos de los ciudadanos, a base de agallas.

      ¿Por qué la gente normal tuvimos que soportar el hortera y asqueroso ruído de toda la mierda que se instaló en La Cibeles para celebrar las tornabodas de un partido que a nadie de a pie nos resuelve nada?

Mi querido Box y yo.



      A ESPAÑA LE ASORDA EL RUIDO DE SU PROPIA COBARDÍA.