Acaban de
pasar unos bandos de cigüeñas rumbo al sur, hacia Andalucía limpia, clara, con
ese potente sol que llena de vida a cualquiera.
Descansarán unas semanas en Doñana,
alimentándose de los insectos y animalillos que salen de entre las cañas
lacustres y los tarays de las praderas circundantes.
Podrán lucir su alegre serenidad, tranquilas,
camino del África oriental, donde permanecerán bajo el cálido sol, que en ésta época
desde el Este parece más cercano.
Rescatadas de nuestro áspero Invierno,
permanecerán felices por el cambio, los nuevos horizontes, los nuevos
encuentros… …de cada año que pasa.
Entre Febrero y Marzo, ya próxima la nueva
temporada, volverán renovadas de ilusión, a ocupar las extensas parameras
castellanas y extremeñas.
Mientras, los Magos de Oriente, seguirán el
camino inverso, hacia éstas tierras nuestras, ahora desabrigadas y grises,
tomándose con calma un largo viaje, atravesando desde el Este todas las
hermosas tierras que han sido madre de nuestra cultura mediterránea.
A los Reyes Magos, los únicos reyes reales,
no les gusta el Norte. Por allí viaja un pequeño duendecillo gordinflón con
barba blanca, que no hace más que reir como un tonto y dar regalos a diestro y
siniestro. Bueno, eso dicen, porque nadie lo sabe a ciencia cierta.
Nuestros Magos, desde Oriente, vienen
atravesando maravillosas tierras, donde habitan gentes variopintas de
diferentes culturas, gentes que gustan de la tranquilidad, de hablar entre sí,
de disfrutar el momento, el rayo de sol, el atardecer, el mar, las gaviotas.
Gente que en general nosotros no podemos entender, por diversas razones, entre
ellas porque nos creemos lo que de ellos nos dicen los medios de comunicación
manipulados, porque la mayoría de los europeos no ha estado por aquéllas tierras de donde vienen
nuestros Reyes Magos.
Mientras la espera de nuestros Magos se hace
cada vez más corta, las cigüeñas van llegando a aquéllas doradas tierras.
Algunas parecen salir hastiadas del tedio
político global de Europa. No quieren saber nada de tanta chusma. Sólo
entienden de viajes, de aventuras, de paisajes, de unión fraternal, de diálogo,
de cielos limpios, de horizontes…
Aventureras parciales, viven al límite de su
serena alegría. Son sabias porque saben dónde está la Verdad y la disfrutan
aprovechando cualquier cosa que les ofrece la Vida.
Hay un momento que en su viaje, se cruzan los Reyes y las cigüeñas, un momento mágico, en el que éstos, con una cómplice sonrisa, saludan a nuestras repatriadas desde abajo.
Los Reyes, con una serenidad elegante, que
les hace crecer lentamente sus hermosas barbas, cruzan señoriales vegas,
caminos y desiertos. Disfrutan el camino, atraviesan pueblos y ciudades, pero
son esquivos a nuestra vista. Al final, llegan a su destino. Y su mayor regalo,
es la Alegría, un regalo para el que hay muchos ciegos y sólo unos cuantos
sabemos agradecer.
La alegría que producen esos días crecientes
y las noches menguantes en nuestras tierras. ¡Maravilloso regalo del que
algunos no se dan cuenta!
Enero
es el punto de partida hacia la luz y la vida. Camina lento pero seguro de sí.
Y al poco de empezar su marcha, los almendros de Febrero y Marzo empiezan a sonreir, tiñiéndose de
blanco y violeta. Las cigüeñas conocen a los almendros vestidos de novia,
cuando vuelven a instalarse en nuestras campiñas y los conocen de esperanza,
cuando el sol comienza a calentarnos poco a poco.
Hay un grupo de cigüeñas que se han vuelto
perezosas. Se han fijado en nuestra forma de vivir burguesa y se han
contagiado. Ya no salen a hacer el viaje aventurero de sus colegas. Prefieren
quedarse en las pequeñas poblaciones donde haya cerca un basurero, o alguna
fuente de desperdicios que les sirva de sustento. Son como nuestra sociedad:
viven entre el bullicio, la pobredumbre y la comodidad, lo que las hace
pusilánimes y dóciles. Ya no temen al frío, porque los humanos estamos haciendo
que los inviernos cada vez sean más cortos. Y prefieren que se les de todo
hecho, en vez de ir ellas a buscarlo. Ya hay muchas cigüeñas humanizadas.
Sin embargo las que viajan como antaño,
siguen siendo felices. No hay más que verlas, porque contagian su alegría. ¡Qué
poquita gente aprende de unos animales tan aventureros y a su vez serenos! ¡Qué
pena!
Yo creo entenderlas a veces, cuando las oigo
mientras vuelan en grupo cuando nos abandonan en Otoño:
-¡Pobres gentes los humanos de Occidente!
Desconocen lo que hay detrás de sus vidas rutinarias. Los acontecimientos que
se pierden por no vivirlos vuelan también con nosotras hacia otros mundos.
Están demasiado ocupados en su eterna avaricia que no les deja ver la Vida
misma tal y como es. De momento, sólo contamos con lo que tenemos, con lo que
escuchamos, con lo que sentimos. Nosotras volamos lejos aun sabiendo los riesgos de nuestra aventura.
Ellos, se pierden entre la nada, desaprovechando el día para ver el mundo con
otros ojos. Son siempre pobres, porque siempre necesitan más. Necesitan más
porque no saben parar a disfrutar de lo que ya tienen. Cuando consiguen algo,
su codicia ya está camino de otro objeto de deseo. Nosotras simplemente
disfrutamos el viaje de nuestras vidas. ¡Pobres pequeños!
Intento imitar a las cigüeñas. Si alguna vez
crees perder todo, como a mí me ha sucedido en alguna ocasión que ya he
olvidado, párate, se valiente y piensa en ellas. Tienen todo y disfrutan de ese todo: la alegría de volar
sobre la vida. No necesitan nada más. Vadean tanto bonanzas como temporales y
ahí están.
Son sabias las cigüeñas, ¿No te parece?