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martes, 16 de julio de 2019

UN PASEO HISTÓRICO Y LITERARIO HACIA EL DUERO. JORNADA TERCERA.


               Querida persona que me lees, te aconsejo que pinches aquí debajo para escuchar la música  que ambienta ésta entrada:

                                                       Vídeo subido de YouTube por gentileza de sh4m69

                          Amanece en el castillo de Gormaz, donde hemos pasado la noche junto a la muralla, bajo la luna y las estrellas. Noche plácida y corta, cargada de emociones y de pensamientos mágicos y reales. Dormiría aquí otras cien noches más y regresaría más recargado que en un monasterio.

                                                
Primera claridad del alba.


                  Ya he recogido casi todo cuando el sol se asoma entre tímido y discreto por el ala Este de la muralla. Me da pena dejar el castillo, pero aún tengo bastante camino por recorrer.


                     Como siempre, Babieca enciende a la primera su robusto corazón metálico, con un sonido suave y decidido, con el que parece que me dice: -¡Vamos! 
                     Es una moto de casi treinta años con un vigoroso motor japonés, de cuando las cosas se hacían para siempre. Me ha llevado por casi toda España, cargada como una mula y sin quejarse jamás.


              ¡Adiós, fortaleza de Gormaz, no ha sido la primera ni será la última vez que vuelva junto a ti!


                Berlanga de Duero es un pueblo con historia, Se han descubierto restos de la época ibérica. 


                    En la época musulmana estaba bajo la jurisdicción de Medinaceli. Su actual castillo bajomedieval del siglo XV está construido sobre la base de una alcazaba de la época musulmana, entre los siglos X y XII.

Colegiata de Berlanga de Duero

                      Tiene una magnífica colegiata gótica y un gran palacio, que fue mandado construir por el Ducado de Frías, unos caciques de bastante influencia en la época.

Palacio ducal de Berlanga de Duero.

             También es Berlanga cuna del dominico del siglo XVI  Fray Tomás, que descubrió en misión religiosa las Islas Galápagos y llegó a ser obispo de Panamá. Debió de ser un aventurero sin tregua, que más tarde, cansado y enfermo vino a reposar a su terruño para no salir más.
                 Pero lo que a mí me importa de Berlanga es que fue uno de los puestos relevantes que formaban la línea defensiva en la frontera cristiano musulmana de la línea del río Duero, junto con los dominios de Gormaz, Osma, San Esteban y, algo más al sur Atienza.


                            Hace ya tiempo que tenía ganas de llegar hasta el diminuto Andaluz, que está casi pegado a Berlanga. Dos motivos hay:

                         El primero es que forma parte de una gran ruta de senderos junto al Duero, que se puede recorrer en etapas y es bastante armonioso caminar junto al mismo río, bajo sus alamedas, escuchando el canto de los pájaros y recibiendo la brisa fresca en la cara. Además va pasando por las poblaciones que históricamente se han formado en torno al Duero.

Sendero junto al río Duero a la vera de Andaluz.


Señalización de la ruta senderista junto al río Duero.

En la ruta hay mapas bastante explicativos.


                              El segundo motivo de mi  deseada visita a éste pequeño pueblo, es el principal: quiero ver, tocar, oler, disfrutar para mí sólo la románica joya de San Miguel de Andaluz, con su maravilloso pórtico ornamentado.

Llegada a San Miguel de Andaluz. Todo para mí.



                      Una preciosidad de iglesia, a pesar de lo que desentona el edificio de factura posterior anexo en la parte opuesta a la galería anexa a la torre.

¿Tendría ábside San Miguel?  Al exterior de la galería porticada se asoman desde lo alto unos cuantos canecillos con ganas de contarte historias.


    Detalle de un canecillo. Parece una flor de cinco pétalos, posiblemente una representación del ciclo de la vida heredada del pentágono celta.


        Detalle de un capitel. Un hombre coge la pata a un burrito. ¿Le estará herrando?
                                     En los capiteles románicos es común ver alternados motivos vegetales, religiosos, mitológicos y  mundanos. Había una concepción del mundo en la que se mezclaba lo real con lo mágico.

                       Me apetece meterme en la galería porticada para mirar, pensar sentir...….me dejo llevar por su encanto mágico.



                                 Voy camino de Almazán, recorriendo una gigantesca vega junto al río Duero, por una aburrida carretera recta, imaginando la riqueza agrícola que supusieron éstas tierras para la morisma de Almazán. Tuvo que haber duras disputas, cobros de sustanciosas alcabalas y no pocos pleitos por el dominio económico de la comarca. Siempre la riqueza, el poder, el dinero.....
…… Y ríos de sangre derramada ¡Que pena que el ser humano haya tenido siempre esa enferma ambición de riqueza y poder!
       Vamos recorriendo la insulsa recta y  pocos kilómetros antes de llegar a Almazán, me desvío a la derecha por una carreterita estrecha y curvilínea que nos sube hasta el pueblo de Velamazán, a ver los restos de su fortaleza.


                       Una mujer que está arreglando sus plantas me saluda amable con la mano. Cuando llego a la parte alta, junto a las ruinas, un hombre de pelo blanco se acerca afable. Marcelo me cuenta que 
-No es un castillo, es una ermita muy antigua.
                        Yo sé que de mucho más antiguo aún, el edificio fue una fortaleza militar que vigilaba todo el panorama. Aún sigue en pie lo que debió ser la torre del homenaje, transformada en torre de templo cristiano.

Fortaleza-Iglesia y cementerio de San Sebastián, de Velamazán, que domina y protege el pueblo desde lo más alto.


                     Marcelo es un hombre muy amable que me da muchas explicaciones históricas del pueblo. Ha hecho con los vecinos una asociación para tirar de las orejas al Ayuntamiento y que se moje arreglando lo que se va hundiendo.

-Abajo está el palacio de la familia de los González de Castejón, marqueses que vienen de la zona de La Rioja.

                   Le escucho con respeto agradecido a su amabilidad, pero no me interesa mucho. 
                  Marcelo me comenta que han partido entre varios el edificio y han hecho una casa rural. Ojalá vaya gente, porque la gente da vida a éstos pueblos que se van extinguiendo.

                   Me cuenta también Marcelo que ahora que está jubilado ha venido al pueblo a quedarse. Está restaurando la casa de su abuela, junto al castillo, porque le trae buenos recuerdos de la infancia y no quiere que se hunda.
              Me despido pensando que éste país necesita más Marcelos.

Arco de entrada de la muralla de Almazán

                     El arco que llaman califal de la ciudad de Almazán, está situado bajo una atalaya vigía. Me gusta Almazán, es una mezcla de culturas y épocas históricas. Aparece dominando el Duero encima de un amplio cerro y rodeada de murallas, como todas las ciudades medievales. Pero viniendo de éstos pueblos recoletos y apartados, Almazán se me hace cosmopolita y bulliciosa, aunque no lo es.

Junto a la entrada torreada, la muralla árabe de Almazán.


                        Es una villa grande, la mayor por la que he pasado éstos días, con una espaciosa plaza y cierto bullicio por sus calles. La gente que no he visto éstos días, parece amontonarse aquí.
                    Arrebatada por los árabes a Alfonso VI, fue repoblada un siglo después, en el XII por El Batallador, el terco aragonés.
Sancho III creó aquí la Orden militar de Calatrava, con la idea de extenderla hacia el sur de Castilla según iba avanzando la reconquista de  Al Ándalus, conectando con el castillo de Calatrava, ya cerca de Sierra Morena.
                  En época más moderna, se remozaron bien las orillas del Duero para evitar las crecidas en época de lluvias. Hay un paseo muy bonito por el río que va lamiendo la base del cerro donde reposa la villa.

Paseo bajo las murallas de Almazán, junto al río Duero.


            Almazán me deja un sabor agridulce. Hay en la villa una mezcla de épocas como si fuese un caleidoscopio del tiempo. 
También puede que ese sabor agridulce me venga de saber que voy llegando a mi destino histórico. El mismo que tuvo Almanzor cuando en la canícula de 1002 lo llevaba a sepultar a lomos de una mula su querido hijo Al Malik, al pie de la fortaleza donde acaba mi viaje.

Arco "califal" de la muralla de Medinaceli.

                    En lo alto de un enorme cerro en forma de meseta, se asoma Medinaceli,  discreto hacia el valle del Arbujuelo. "Arbuxuelo", que cita el trovador del Poema del Cid, dando a entender que es nacido en éste valle.
                   Esta vetusta villa fue importante núcleo fronterizo entre cristianos y musulmanes. Más tarde, el mañico Alfonso El Batallador la reconquistó para Aragón junto a las cercanas  tierras del Jalón y de Molina y tiempo después pasó a la Corona de Castilla.

Plaza mayor de Medinaceli, de estilo renacentista, con los soportales típicos de las plazas castellanas.
A la izquierda el palacio ducal de la Casa de Medinaceli, del siglo XVII, austero, sobrio, triste.


            Me llama la atención el escudo de Medinaceli: Un guerrero a caballo con la lanza enfilando al sol, que me hace pensar si no sería éste símbolo una reminiscencia de cuando la villa era la celtíbera Occilis y sus pobladores los belos usaban una moneda en la que aparecía un jinete con lanza.... Quizá pienso demasiado. Me gusta fantasear sobre esos mundos perdidos y olvidados, a lo mejor porque nuestro presente es a veces más prosaico.

Perspectiva opuesta de ésta maravillosa plaza.


                 Siempre que vengo por Medinaceli, aparte de pasear por sus enigmáticas calles de piedra, me llevo una parte de sus grandes tesoros: el agua exquisita de la Fuente de la Canal, que mana sin parar a través de las canalizaciones que hicieron los romanos cuando expulsaron a los pobres celtíberos de aquí. Poca gente que visita Medinaceli sabe que esa fuente que está en la carretera que sube desde el pueblo de abajo, ya casi llegando a la vieja villa, es una fuente milenaria con un agua de la más fina de toda Iberia. 

    Arco Romano de Medinaceli, del siglo II, que controlaba la entrada peatonal y de caballerías a la villa. Es único en su estilo por tener tres arcos, uno principal y dos anexos a sus respectivos lados.

               Llegado al arco romano, decido pasar por debajo, como símbolo de despedida de la villa. Aquí quedan sus tortuosas calles medievales solitarias, visitadas sólo por los turistas de fin de semana, sus murallas romana y árabe, su antigua alcazaba, su mágica quietud, su silencio, su enigmático olor a Edad Media...

              Ya tengo que regresar. Por delante cientos de kilómetros me aguardan, atravesando Castilla hacia el sur. Pasaré por el antiguo Reino de Toledo, atravesaré de refilón parte del Campo de Calatrava y llegaré a mi destino, las tierras de los Olcades.

             Éste pequeño viaje me ha servido para confirmar lo que uno siempre sabe, pero a veces se olvida de sentirlo.

             A mitad de camino, bajando por el centro de la "piel de toro" que es nuestra querida Iberia, mientras pienso en todo lo que Babieca y yo hemos visitado, no sé por qué me viene a la mente éste verso de Machado:

"Late corazón, no todo lo ha tragado la tierra".







3 comentarios:

  1. Se imagina uno en aquellas epocas gracias a tu relato. Yo me pido ser soldado de Almanzor, a caballo y estar ahi al pie del castillo. La verdadces que ai viajar y ver cosas no me dice nada me parece de paletos. Pero viajar como tu haces mola cantidad

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  2. Gracias por tu comentario Edu. Que no te oiga Almanzor, que le ví allí en sueños reclutando cristianos renegados para sus huestes.

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  3. Renegado es poco, yo por una buena huri empiezo a descabezar cristianos, ypoblacion porxina que no sirve de comer

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