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lunes, 15 de julio de 2019

UN PASEO HISTÓRICO Y LITERARIO HACIA EL DUERO. JORNADA SEGUNDA.


                                                   Subido de YouTube  por gentileza de Total Baroque

      Te aconsejo que pinches aquí para escuchar de fondo mientras lees esta entrada.

    
              Con los primeros gorjeos de los pájaros más madrugadores y la primera luz matinal justo antes de salir el sol, me despierto. Hace algo de frío y me pongo la cazadora tiritando levemente.

             Doy un último paseo por el pueblo y me acerco al cementerio que está a unos cien metros enfrente de mí en una colina invadida de vegetación salvaje. Es chiquito como una pequeña habitación sin techo y sólo quedan dos lápidas de cemento y algunos huecos semienterrados en el suelo. Seguramente los familiares de los últimos finados se los fueron llevando a otro cementerio para no dejarlos en el olvido. Digamos que Marta y Anselmo son los únicos restos, o al menos sus losas de cemento. Seguramente eran un matrimonio. Él, muerto a los 49; ella a los 55; los dos en la década de los cincuenta del siglo pasado. ¡Descansad en paz!

              Gracias al inestimable blog de Faustino Calderón: "Pueblos Deshabitados", en el que aparecen multitud de poblaciones de casi todas partes de nuestro país, he dado con el pueblo comparando datos geográficos y fotos. Al parecer quedó deshabitado a mediados de los años setenta, por falta de agua y de luz eléctrica. El agua había que traerla en mulas desde una fuente del cerro próximo distante media hora por caminos malos. Poco futuro había para el pueblo de Matas.




              Camino de la ciudad arévaca y después tardorromana de Tiermes, paso por la antigua ciudad de Atienza con su fortaleza militar de origen musulmán oteando desafiante el panorama. Atienza, la de las "cien" iglesias, reconquistada duramente y con una serie de muestras que van del románico al renacimiento que el viajero no puede dejar de visitar, es la puerta de entrada hacia los dominios del alto Duero.




             Pasada Atienza, subimos por una carretera con un entorno precioso que nos lleva al Alto de la Carrascosa....




                  Y siguiendo y siguiendo llegamos por fin a Tiermes. Es temprano y cerca del centro de interpretación hay un hotel en el que pido un café y paso al baño a asearme lo que puedo. A las 10 abren el museo y estoy ahí clavado. Me abren la puerta un hombre de mi quinta o algo mayor y un chaval joven, los dos encantadores. Empezamos a hablar de Historia, del paso cíclico del tiempo en la sociedad, de filosofía y de más cosas. Cándido tiene barba y un aspecto entre intelectual y un poco hippye  y Rubén parece más formal que nosotros dos que hablamos fuerte y reímos mucho. 

     Con Cándido y Rubén, guías y protectores de Tiermes.

            Cándido es filósofo, nació por los picos de Urbión, estudió en la Complutense y, por azares de la vida vino a parar a trabajar aquí al museo. Es apasionado en lo que habla y está muy convencido de lo que piensa. Me gusta la gente como él, valiente, que no teme hacer conjeturas, por que está de vuelta ya de todo.

              Rubén parece más tímido. Me habla de Vd en señal de respeto por ser mayor que él. Es sensible y amable. Se ofrece a acompañarme dando un paseo hasta el yacimiento que está a unos 800 metros bajo el tórrido sol de julio. Durante el paseo me va explicando cosas interesantes del yacimiento. Me confiesa con humildad que Cándido sabe más que él de todo esto. Rubén es de Soria y va y viene a diario por éstas carreteras de Dios. No se cansa de los viajes, se nota que es joven. Yo le hablo con pasión de Soria que para mí ha sido siempre una ciudad muy querida y me la conozco bien. Me siento soriano hablando con él.


        Cuando entro al museo, veo varios paneles explicativos y vitrinas con parte del material encontrado en las excavaciones  (menaje, armas, joyas).


                                             Detalles del material encontrado en las excavaciones.


     Entre las armas tipo puñal o espada corta, los iberos usaban la falcata, un arma terrible para los romanos que tenía    
     forma arqueada y unos huecos redondos en el filo que podían arrancar un miembro de cuajo causando unos terribles
     sufrimientos a sus víctimas.

              Después disfruto un interesante documental narrado en primera persona por un supuesto habitante de Tiermes a través del tiempo. Y por último, lo más interesante, la visita al yacimiento, que es enorme y tiene restos de los pobladores arévacos y principalmente romanos.



           La ciudad arévaca (pobladores iberos de ésta comarca soriana) de Tiermes, fue saqueada y conquistada por Tito Didio, procónsul de la Hispania Citerior, en el siglo I a.d.C. Creó moneda propia para  la ciudad de Termes.




      Situación de Tiermes en el mapa.

                 

     Razas anterromanas

              Ésta ciudad poseía riquezas minerales, abundante agua y buenas tierras de cultivo y estaba emplazada en una situación muy ventajosa en plena Hispania Citerior por lo que llegó a ser muy próspera. Poseía un enorme acueducto del que quedan en pie unos 140 metros.


                                                   Restos del acueducto.


              Tenía un teatro o anfiteatro del que quedan las gradas excavadas en plena roca arenisca y un foso adosado que está hundido en su interior.

  

    
      Gradas con el río al lado

            Sentado en las gradas profusamente talladas y algo desgastadas con el paso de los siglos, siento una emoción difícil de explicar.



   
           Además tenía varios barrios, unos pobres, con bloques de viviendas y también tenía lujosas villas romanas con jardín. 
          De la época arévaca quedan cuevas y huecos adosados a las paredes de arenisca, donde se apoyaban las cubiertas del techo a modo de tejados.

          Viviendas arévacas en Tiermes




            También he visto alguna cueva que ha debido de usarse como eremitorio en la época visigoda, a juzgar por el enorme parecido con los eremitorios rupestres que he visto en el norte de Palencia y de Burgos:


     ¿Pudo ser un eremitorio rupestre? Sí lo parece.



       Barrio de Tiermes.

         
                Pasado el tiempo y llegados a la época que nos ocupa de las disputas entre moros y cristianos de los siglos XI al XIII, quedo impresionado por la maravillosa iglesia románica de Santa María de Tiermes. Solitaria, presidiendo el conjunto arcaico de pedruscos rojos de otras épocas milenarias, Santa María parece reposar dulce y animosa bajo el intenso sol de Julio.



Sta María de Tiermes, desde la espadaña.

Músico tocando el rabel. Detalle de un canecillo de Santa María



Impresionante ábside de Santa María de Tiermes.



Tumba medieval tallada en piedra junto a Santa María.

             Va pasando la mañana y se acerca la hora de comer. Por éstos pueblos perdidos, encontrar un sitio donde te den de comer es casi una aventura. Así que me despido de mis nuevos amigos como si nos conociésemos de siempre y sigo rumbo a Caracena, porque quiero disfrutar de su soledad, de su recoleta iglesia románica de San Pedro y de su castillo de origen musulmán. De camino intentaré arreglar el tema gastronómico.
            Yendo a Caracena paso por el pequeño pueblecito de Pedro, después de subir un puerto por una angosta y apartada carretera. Tiene una ermita que no se sabe si es visigoda del siglo VII o ya del primer románico, porque ha tenido muchos cambios. Pero es solemne y hermosa.
Lateral porticado de la supuesta iglesia visigoda de Pedro

               Varios Pedro hubo partícipes de la Historia de ésta zona hoy medio deshabitada: Un tal señorío de Pedro Ruiz de Villegas, caballero de la Orden de La Banda y Adelantado Mayor de Castilla y señor de Castillo Pedroso,  también don Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, que sometió la comarca de Caracena y, el rey don Pedro I de Castilla,  los tres a mediados del siglo XIV. 

Puerta ¿¿¿visigoda??? de la iglesia de Pedro. Un arco simple de medio punto con una imitación en la base al de herradura.


           -¿La iglesia?- Me pregunta Manuel como acostumbrado a que todo el mundo llegue hasta aquí para verla. El hombre se levanta de la pequeña terraza del bar donde conversaba animado con otro colega y viene a la par de Babieca. Me señala una sombra junto a la pared, por la calle que debo seguir.

       -Es un recorrido muy chulo, entras por aquí, ves la ermita y  luego haces una U para subir por el lado del río junto a la cascada. Te va a gustar.

         Se lo agradezco, pero sin darle importancia me invita a tomar una cerveza.
 -Es que tengo que buscar donde comer, en otra ocasión.

         Entonces amablemente me indica un restaurante en el cercano Montejo de Tiermes: La Venta.

          ¿Cómo podría llamar yo a alguien que cuando voy a comer me  dice que está ella sola y no me puede atender? Miro extrañado y veo sólo dos hombres comiendo en sendas mesas y le digo que voy solo.

- Lo siento

                                           -Gracias- (y mientras vuelvo a salir, me callo lo que pienso, por educación). 

          En ésta zona casi deshabitada de Soria no tienes muchos  sitios donde comer y los pueblos son chicos y alejados entre sí.  Eran las dos y cuarto y Retortillo no estaba muy cerca. Pero allí comí atendido por la amabilidad de los dueños de un restaurante de aspecto lujoso, con un pequeño jardín. Comida sencilla y casera. Gracias, dueños del Restaurante La Muralla de Retortillo de Soria. Aunque os costó trabajo, os arrancásteis a dar de comer en condiciones a éste viajero hambriento y deshidratado bajo el medio día de Julio en Castilla.


Perspectiva de San Pedro de Caracena con la Sierra de Pela al fondo.

       Caracena es soberbia. Asentada en cuesta en un elevado promontorio sobre el cañón que protege el río, emite radiaciones medievales por doquier. Subiendo lo alto de la cuesta, arriba del todo está San Pedro y seiscientos metros más allá, coronando el cerro, el castillo musulmán del siglo XII, reformado tras la reconquista varias veces hasta el siglo XV.

Frontal porticado de la iglesia de san Pedro de Caracena


              Al acercarme al pórtico, ¡cuánto me recuerdan las columnas torcidas y los capiteles a los de Santo Domingo de Silos!   Y es que en épocas remotas cuando las únicas comunicaciones eran las señales visuales de humo, de vidrios reflectantes, los caminos, los caballos o nuestras piernas caminando o corriendo, las tendencias también iban y venían, a menos velocidad que los gigas, pero ahí estaban. No hemos descubierto nada nuevo, sólo hemos avanzado en comodidad.


               Uno de mis grandes placeres del viaje es poder disfrutar sin prisas de la estancia en éstos maravillosos pórticos que miran callados al horizonte, pero saben, porque han vivido muchas historias....

        Después de un buen rato disfrutando del entorno leo con curiosidad los paneles informativos. Fue Caracena muy disputada cabeza de partido de toda la comarca. Ya cristiana, tuvo su casa hospital de acogida de peregrinos que pasaban por éste ramal a Santiago.


               Ya repuestos de la calorada, subimos al castillo, que está guarnecido por la cresta natural de piedra del cerro y sobre ésta se añadieron lienzos de muralla y almenas.


La panorámica del castillo en ruinas todavía impresiona mucho.


           Camino de Gormaz, junto a cuyo castillo quiero ir a dormir ésta noche, paramos en San Esteban de Gormaz, porque quiero ver una vez más Ntra Señora del Rivero y sobre todo San Miguel.


                De una belleza demasiado ecléctica para mi gusto, la del Rivero, impresiona por su vetusta altivez sobre la colina de un barrio de San Esteban, asomándose firme hacia el resto de las casas.
        Me gusta que las galerías porticadas de éste tipo de iglesias sean solemnes, pero a la vez humildes y sencillas y que miren al horizonte, pero de esto último la culpa la tiene el pueblo por haber crecido a sus pies, quizá buscando su sagrada protección.

Iglesia románica de San Miguel en San Esteban de Gormaz

        Callejeando con Babieca llegamos enseguida a la de San Miguel, en el mismo barrio. Ésta me llega más al corazón, la noto más mundana, más terrenal.


             Los cables de la luz delante de todos los monumentos históricos visitables a lo largo del país, forman siempre parte del paisaje y paisanaje cultural más nuestro. España es así. ¡Olé!

              Como siempre, se hace tarde y salgo de San Esteban rumbo a Gormaz, pero antes subiré al poblado ibero arévaco de Uxama que está en el monte que domina a la episcopal Osma.

       Fue la batalla de Osma decisiva para que  el conde Fernán González y Ramiro II El Grande rey de León, expulsaran de éstos dominios a las huestes de Abderramán III. Debió de ser sangrienta la batalla, al encontrarse ambos ejércitos árabe y cristiano dentro del cañón del río, entre las paredes de dos grandes cerros.

              Ramiro El Monje fue otro personaje que nada tiene que ver con el anterior Ramiro. También fue rey, pero de Aragón y a ambos les separan casi dos siglos y distintas circunstancias. Tiene una interesante historia que puedes leer aquí: 


Situación geográfica de Uxama en época tardorromana.

         La arévaca Uxama, conquistada por los romanos en el siglo I a. de C. llegó a ser diócesis ya en el siglo VI dependiente del reino visigodo de Toledo. Hubo algunas migraciones hacia abajo del monte, junto al Duero y se fortificó con un antiquísimo castillo el cerro de la orilla opuesta.
Este cerdito de bronce es un hito representativo de la cultura arévaca de éste poblado de Uxama.

         El centro de interpretación de la ciudad de Uxama es pequeñito, pero dispone de toda la información necesaria sobre el poblado.

           No sé si está abierto. Empujo la puerta y enseguida me recibe Piedad, la responsable del recinto. No me cobra la entrada y me da un montón de explicaciones. Sin darnos cuenta entramos en un diálogo ininterrumpido sobre la época celtíbera de la comarca en el que yo tengo más que aprender que ella. Es una  guapa arévaca que habla de éstos iberos tan orgullosa como si fueran sus abuelos.

         Es que la Historia nunca es algo muerto. La Historia nos habla muchas cosas de nuestro presente, de nuestra raza, de nuestra vida. Entiendo tu pasión, Piedad.


             Me explica Piedad como seguir el camino para ir viendo las cisternas romanas, los restos de poblado y por último la atalaya sobre el Duero.


Durante el trayecto hay varios paneles explicativos.


            Y por fin llego a la atalaya sobre el Duero. Enfrente, la fortaleza de Osma.



                Justo debajo están los restos de lo que pudo ser parte de un cuartel romano.


           Me ha indicado Piedad un hotelito ahí abajo en Osma que es su pueblo, La Dehesa se llama y lo lleva una conocida suya. Tiene que estar bien, no lo dudo, pero ésta vez mi hotel es de mil estrellas junto a las murallas del castillo de Gormaz. 

        Bajando con Babieca el camino que va de Uxama hacia la carretera, me encuentro nuevamente con ella, que sube paseando hacia la atalaya. Me ha dicho que le gusta ir todas las tardes y que siempre encuentra restos de cerámica ibera por el suelo.

¡Au revoir, Piedad!

                 Mientras bordeo el río por la carretera que sale desde Osma hacia Gormaz, voy pensando muchas cosas, que se resumen en una: el paso del tiempo, el paso de la vida, de nuestras vidas, generación por generación durante siglos y miles de años. Duramos menos que un átomo incandescente en el Universo. Lo que para nosotros es una vida entera, en el Universo no es nada. Y según nos acercamos a la nada, a la muerte, según nos hacemos mayores, la vida pasa más y más rápida. 

                 Y todas éstas batallas, éstas conquistas, ¿Por qué? ¿Para qué? Si el mundo seguirá siempre su ley universal, la Tierra rotará siempre y seguirá siempre su baile lento alrededor del sol y la luna...…


           ….En poco tiempo divisamos el castillo con el recinto torreado mayor de Europa. Y debajo, pequeño, manso, apacible, el pueblo de Gormaz, ambos controlando el Duero.

              Poco a poco me voy acercando con Babieca, no tengo prisa, me gusta verlo en  distintas perspectivas.


             Poco a poco vamos subiendo desde Gormaz, hasta llegar a su muralla.


               Llegamos con los últimos rayos de sol dorando las piedras.



Me asomo a las extensas murallas exteriores.


                   Éste castillo fue residencia y centro de operaciones de Almanzor. Para él debió de ser éste algo muy querido.  Aquí organizó, pactó, preparó batallas, lloró, se emborrachó, rió, se cabreó... Ésta fortaleza tiene alma, se nota en cuanto te acercas.

Parte del gigantesco patio de armas del castillo, al anochecer.


              Asegurada la zona de Andalucía, la Castilla central desde Toledo y la frontera soriana hacia Aragón, Almanzor se sentía fuerte y seguro y soñaba con conquistar el territorio franco. 

           Sería sólo una quimera, porque el viejo caudillo sesentón estaba ya muy enfermo y cansado de tanto batallar durante su vida. "En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor", significa que perdió la fuerza necesaria para seguir sus conquistas, significa que tomó conciencia de su deterioro y próximo final. No pasó mucho tiempo para que uno de sus hijos lo enterrase en algún lugar de Medinaceli.


                 Éste es el arco califal por el que entraban a caballo. El acceso exterior era un camino de tierra y piedra que se ha ido desmoronando con el paso del tiempo.


              La noche va cayendo solemne como un telón que se cierne sobre el maravilloso escenario de Gormaz. El paisaje dorado se oscurece y se encienden las primeras luces del pueblo. Voy preparando el campamento donde voy a pernoctar. Es todo un lujo.

             Hoy ha sido un día lleno de vivencias que me siguen haciendo meditar sobre el todo y la nada. Y he llegado a la decisión de que yo soy ahora y lo demás no existe.

   


Poco a poco la luz se va despidiendo del día, que también se va.


               Ya es de noche. Pensando en Almanzor, que parece que nació en el castillo del pueblo granadino de Turrush (Fuentes de Cesna/ Algarinejo) aunque según otras teorías nació en Algeciras y según otras basadas en la fonética era de Torrox, yo me quedo con la primera, porque es el nombre que sigue existiendo hoy día.

           Estoy cansado, pero no puedo dejar de pensar en el paso del tiempo, no sólo a nivel general, sino aplicado también a mi vida.

    Hoy han sido muchas las vivencias emocionales, mucho reencuentro histórico con mis antepasados lejanos de hace más de mil años y eso es algo muy grande.

        Pensando todas estas cosas, con la noche en calma, con el lejano susurro de las ya tenues voces de los niños que juegan en la plaza del pueblo, a media legua de aquí, voy poco a poco empezando a soñar...…...

12 comentarios:

  1. Esperando la siguiente entrega. Esta cronica ha estado muy interesante un viaje muy interesante que me gustaria hacer.

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  2. Todo un viaje en el tiempo, y por el tiempo. Todo se detiene por momentos y se une el pasado con el presente

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  3. Muy evocador dan muchas ganas de conocer todo esto

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    1. No dejes de visitar Gormaz. Os va a gustar mucho el castillo. Gracias por tu comentario.

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  4. Así lo sentí yo, Ray. Gracias por tu comentario.

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  5. Impresionante recorrido Antonio, nos faltan días para ver todo lo que queremos. Sigue disfrutando y no dejes de compartir Vs.

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    1. Gracias Louis. Acabo de mirar tu blog. Tienes una ruta de castillos junto al Tajo que me ha encantado, muy bonita. Sigue con ello. V´sssss

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  6. Estimado señor la Venta no se encuentra en el pueblo de Montejo de Tiermes.no se a que establecimiento se refiere. Y no es motivo para que llame cerda a nadie. En la comarca de Tiermes para los habitantes que hay más que suficientes son los establecimientos existentes

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    1. Gracias por su comentario, persona anónima. si lee con más atención, no llamé cerda a nadie, sólo lo pensé, cuando me negaron darme de comer en un establecimiento que estaba abierto y casi vacío. Hay que ponerse en el lugar, en plena canícula, en una zona con poca oferta gastronómica y un viajero deshidratado, que sólo quiere comer y no se le atiende.

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  7. Precioso el relato de los viajes y las fotos.
    Por favor, necesito una grabación de la música que compusiste para mí. La tengo en una cinta antigua y apenas se oye.

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